Como el patio de un colegio. El salón del plenos del Parlamento de Canarias vivió este martes otro episodio de esos que animan a la ciudadanía a acercarse a las instituciones a aplaudir a sus políticos por lo bien que están ejerciendo su servicio público. Se discutía sobre las prospecciones petrolíferas en una nueva demostración de alejamiento de posiciones: el Gobierno y sus socios cada vez más enrocados en negarse a las autorizaciones a Repsol, y el PP con el CCN, llamando irresponsables a los que se oponen a esa magna demostración de progreso. Nada hacía pensar que hubiera un derrame de crudo, ni mucho menos que fuera a arder con tanta facilidad. La chispa la soltó el diputado socialista lanzaroteño Manuel Fajardo, que afirmó que aquellas señorías que habían dicho que el debate en cuestión era “un debate estúpido” son en realidad “excelentísimos estúpidos”. Las llamas prendieron de inmediato en el terno del nacionalista (y dos piedras) Ignacio González, presidente del CCN, que se dio por aludido y pidió la palabra de manera acalorada. Lejos de contribuir a apagar el conato, Julio Cruz, que presidía la sesión por ausencia de Antonio Castro, negó a González el turno de intervención y se armó.