Hay cosas que nos gusta contar más que otras, se lo podemos garantizar. Las que son divertidas, naturalmente, fluyen que dan gusto, y las que nos obligan a ponernos serios se nos atraviesan y nos hacen perder el humor. En este último caso se inscribe la historia que les contamos: ocurrió en una cervecería de Las Palmas el mes pasado. Un señor se negó a pagar una de las rondas de bebidas consumida por él y sus acompañantes. Ante el requerimiento de los camareros, no sólo no abonó los 19,21 euros que adeudaba, sino que además exigió una hoja de reclamaciones por considerar que el trato que se le dispensaba no era bueno. Los camareros tuvieron que requerir la intervención de una patrulla de la Policía Local, que identificó al cliente y puso los hechos en conocimiento de la Policía Nacional, a donde acudieron los camareros a presentar la correspondiente denuncia. El juez de guardia, sin embargo, analizó la denuncia y la sobreseyó inmediatamente por considerar que “no aparece debidamente justificada la perpetración del delito que motivó la formación de la causa”. Es decir, que quedan todos invitados a una rondita en el bar, cafetería o cervecería que les apetezca, donde además se incluirá en el happening una firmita en la hoja de reclamaciones, una animada conversación con la Polícía Local de Las Palmas y a vivir, que son dos días. Por no pensar en otra moraleja menos simpática, la que están pensando algunos propietarios de bar con camareros fornidos: al que no pague, ley del Oeste porque el sistema siempre invita a las copas.