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Opinión - Pedir perdón y que resulte sincero. Por Esther Palomera

Operación Arrecife o quién manda en el PP canario

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Fernando Clavijo es el presidente de facto del Partido Popular de Canarias. Lo reconocen sin muchos miramientos algunos dirigentes populares a los que no cogió por sorpresa la decisión de la alcaldesa de Arrecife y presidenta del PP de Lanzarote, Astrid Pérez, de romper su pacto con el PSOE para dar entrada -se supone que pronto- a Coalición Canaria en el gobierno municipal. La desesperación del líder de Coalición Canaria por recuperar parcelas de poder en cualquier administración es ya clamorosa. Lo consiguió casi de inmediato en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife gracias a una concejala tránsfuga de Ciudadanos, el partido que se había conjurado antes de las elecciones de 2019 para echar a los nacionalistas del poder. Y lo seguiría intentando en La Palma si no fuera porque resultaría escandaloso hacer escaramuzas en medio de la crisis que ha provocado el volcán. 

Clavijo pasa más tiempo en los despachos de la sede del PP de la calle Génova que en el Senado, a donde solo acude a las votaciones que previamente anuncia a través de sus servicios de prensa, sin participar en debates en comisión y sin hacer ninguna propuesta que no tenga recorrido mediático.

Y a Teodoro García Egea, de natural manejable, siempre le ha gustado la música que le susurra Clavijo. Ya se tragó sus quimeras durante las negociaciones para gobernar Canarias tras las elecciones de mayo de 2019, cuando le propuso -y el lanzador de pipas de aceituna aceptó- que sacrificara nada más y nada menos que al presidente regional de los populares, Asier Antona, para hacer presidenta de la Comunidad Autónoma a María Australia Navarro y quedarse los de CC con las consejerías nucleares. No prosperó porque Ciudadanos se plantó en seco y, con Ciudadanos, el ciudadano Curbelo, que no veía clara la suma.

Ahora se lo ha vuelto a tragar Teodoro García Egea con la operación Arrecife que, en cuestión de horas, ya le ha supuesto al PP perder una plaza estratégica en Canarias, sus consejerías en el Cabildo de Lanzarote, a cambio de echar al PSOE de un Ayuntamiento nada decisivo.

Clavijo se camela ahora a García Egea para repartirse el poder en la isla de La Palma para cuando la erupción haya concluido y comiencen las golosas y electoralistas tareas de reconstrucción con fondos públicos prometidos desde todas las administraciones. Y Egea se lo ha vuelto a tragar, desconocedor seguramente de que el PP palmero no es el PP conejero, ni mucho menos el PP tinerfeño o grancanario. En Santa Cruz de La Palma, por ejemplo, llegado el mes de marzo, el alcalde popular cederá el bastón de mando de la capital de la isla al socialista Juan José Negros por mor de un pacto que todas las partes se han conjurado cumplir.

El presidente del Cabildo, Mariano Hernández Zapata, no tiene ahora cabeza para estar pensando en romper con el PSOE su acuerdo en la primera Corporación de la isla. Es uno de los cargos públicos que mejor ha vivido en carne propia las bondades de la coordinación entre las instituciones y siempre ha reconocido sentirse muy respaldado tanto por el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, como por el de España, Pedro Sánchez, ambos del PSOE, el partido con el que gobierna la isla.

Lo que seguramente Clavijo no le ha contado al secretario general del PP es que, paralelamente, está trabajando la opción de un pacto regional con el PSOE, mejor ahora que en 2023, y que ya tiene convencidos a algunos socialistas incautos, mayormente de la isla de Gran Canaria.

Pero mientras eso llega (si llega) el balance de la operación de Arrecife no puede ser más negativo para los populares, que en unos meses celebrarán congreso regional para encontrar sustituto o sustituta a María Australia Navarro. Será, en cualquier caso, un número dos. Por detrás de Clavijo.

Fernando Clavijo es el presidente de facto del Partido Popular de Canarias. Lo reconocen sin muchos miramientos algunos dirigentes populares a los que no cogió por sorpresa la decisión de la alcaldesa de Arrecife y presidenta del PP de Lanzarote, Astrid Pérez, de romper su pacto con el PSOE para dar entrada -se supone que pronto- a Coalición Canaria en el gobierno municipal. La desesperación del líder de Coalición Canaria por recuperar parcelas de poder en cualquier administración es ya clamorosa. Lo consiguió casi de inmediato en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife gracias a una concejala tránsfuga de Ciudadanos, el partido que se había conjurado antes de las elecciones de 2019 para echar a los nacionalistas del poder. Y lo seguiría intentando en La Palma si no fuera porque resultaría escandaloso hacer escaramuzas en medio de la crisis que ha provocado el volcán. 

Clavijo pasa más tiempo en los despachos de la sede del PP de la calle Génova que en el Senado, a donde solo acude a las votaciones que previamente anuncia a través de sus servicios de prensa, sin participar en debates en comisión y sin hacer ninguna propuesta que no tenga recorrido mediático.