Pepa sigue sin creérselo

Casi un mes después de perder las elecciones, la alcaldesa saliente de Las Palmas de Gran Canaria sigue sin creer que sus conciudadanos hayan sido capaces de haberle hecho ese feo. Quizás fuera el pleno de constitución de la Corporación, celebrado el sábado, el que terminara por ponerla delante de la realidad sin ningún tipo de telón, sin más protección que sus propias lágrimas. Algo debió temerse ella porque convocó a sus doce concejales en una cafetería cercana al auditorio, en el Centro Comercial Las Arenas, para escenificar una llegada en equipo, como hacen en las carreras ciclistas, ella delante, con el maillot rojo y una sonrisa tan poco creíble que escasos minutos después se presentaba totalmente desdibujada. Los gritos de cuatro o cinco espontáneos terminaron con la fachada, y Pepa se vino abajo sin remisión.

Casi un mes después de perder las elecciones, la alcaldesa saliente de Las Palmas de Gran Canaria sigue sin creer que sus conciudadanos hayan sido capaces de haberle hecho ese feo. Quizás fuera el pleno de constitución de la Corporación, celebrado el sábado, el que terminara por ponerla delante de la realidad sin ningún tipo de telón, sin más protección que sus propias lágrimas. Algo debió temerse ella porque convocó a sus doce concejales en una cafetería cercana al auditorio, en el Centro Comercial Las Arenas, para escenificar una llegada en equipo, como hacen en las carreras ciclistas, ella delante, con el maillot rojo y una sonrisa tan poco creíble que escasos minutos después se presentaba totalmente desdibujada. Los gritos de cuatro o cinco espontáneos terminaron con la fachada, y Pepa se vino abajo sin remisión.