Mientras tanto, los propietarios del club y las autoridades civiles y militares andan como locos buscando quién complete el famoso aval de 9,6 millones de euros con el que pagar las deudas de unos y los caprichos de los otros. Angulo, ni está ni se le espera; Mauricio, de embajador plenipotenciario negociando con Aznar su minuto de gloria a cambio de la paz canaria; y todos los ojos clavados en la cocorota del presidente del Gobierno, que el pasado viernes se conjuró a encontrar los cuatro avalistas que faltan. Frente a esa opción, el Universidad sigue dale que te pego con su proyecto propio, y Soria, dando instrucciones a los empresarios amigos y con perras (que él también los tiene y más acaudalados que los de Román, seguro) que se estén quietos hasta ver qué pasa. Si hay que meter pasta en la UD porque se ve venir la salida del túnel, todos para allá. Si no se ve claro, todos para el Universidad, que hay convocatoria en septiembre.