Las contradicciones políticas están dando mucho juego. Llamamos contradicciones a lo que, en la mayoría de los casos, son engaños, embustes, cambios abruptos de criterio o, sencillamente, desfachatez. En José Manuel Soria se dan algunas de estas cualidades, lo que evidentemente puede haber contribuido a ese estado de tribulación en que se hallan sumidos muchos de sus subordinados, que un día se declaran filatélicos, al día siguiente diabéticos y al otro, mediopensionistas y numismáticos. Por ejemplo, tiene que llamar a la duda más inquietante tener que escuchar en abril de 2012 al presidente del PP canario felicitar al Gobierno de Paulino Rivero por la subida del IGIC, el impuesto general indirecto canario, y lanzar alabanzas tales como “nunca es tarde cuando la dicha es buena” (por “llega”, que todas las dichas son buenas, que sepamos). Dieciséis meses antes, el mismo Soria proclamó al mundo que rompía su pacto de gobierno con Coalición Canaria por el apoyo que los nacionalistas prestaron a los presupuestos generales del Estado de Zapatero y a la subida del IVA, adoptada aquel dramático año de 2010, que se queda en juego de niños comparado con este que nos está tocando vivir. Claro que ahora resulta que para presupuestos generales perjudiciales para Canarias, los que acaba de aprobar para 2012 el Gobierno donde se sienta Soria. Y para subida de impuestos indirectos, la que se ha aprobado con el voto favorable del mismo ministro.