Un tambor herreño tendrá la culpa de los Grammy que gane Rosalía

Allí había un tambor herreño. Pablo Díaz-Reixa, más conocido como El Guincho (Las Palmas de Gran Canaria, 1983) lo empezó a tocar como a él le gusta en un rato en el que se quedó solo. Le encantan los ritmos cubanos y de su mano, sobre el tambor, en una casa del municipio de Frontera (El Hierro) aquel mediodía de noviembre de 2017 nació Malamente, una de las canciones de Rosalía (Sant Esteve Sesrovires, Barcelona, 1993) más compartidas de la música española y seria aspirante a cinco premios Grammy.

A El Guincho, el decisivo productor y compositor de la cantante de moda, le había recomendado irse a trabajar El Hierro otra de las artistas con las que ha colaborado, la islandesa Björk, que ha probado varias veces esa experiencia, según le dijo. “Yo había estado en la isla cuando era chico y no había vuelto”, reconoce. Así que aceptó la invitación de un buen amigo que le pidió que pinchara música en la clausura del festival Lava Circular.

Rosalía y El Guincho llevaban más de medio año trabajando en el disco y estaban bloqueados, cuenta el productor. Así que la ocurrencia de buscar ideas frescas en otro lugar les sedujo. Se alojaron en un lugar que se anuncia precisamente como retiro para artistas, CasArte, en Frontera.

Y, como le había vaticinado Björk, el compositor grancanario encontró la inspiración en esa isla mágica. “Fuimos para allá y nos fue increíble”, cuenta. “Montamos un estudio casero con material que llevé desde Barcelona” y el resultado fue que los tres singles del álbum de moda, El mar querer, se compusieron allí. Dos ya han visto la luz, el tercero está en camino.

Las voces de Malamente, aspirante al Grammy como mejor canción del año, fueron grabadas en esa casa herreña que Pablo Díaz-Reixa inmortalizó en una fotografía. Cuando regresaron a Barcelona trataron de replicarlas en el estudio, pero no consiguieron la textura que habían logrado en el estudio casero que montaron en CasArte. Y esas voces son las que aparecen en el disco, que verá la luz el 2 de noviembre.

El Guincho ha trabajado con grandes figuras de la música, como Juanes, Ana Torroja y la mencionada Björk, pero ahora está dedicado en cuerpo y alma a una de las cantantes más portentosas del panorama español, a la que descubrió en el Tablao de Carmen (Carmen Amaya), en Barcelona. “Siempre le vi potencial más allá del flamenco desde que la vi en el Tablao de Carmen, cuando todavía no tenía disco”, relata el músico grancanario.

A partir de aquel descubrimiento, Pablo Díaz-Reixa se puso a trabajar en el flamenco, a estudiarlo a fondo y a conocer todos sus palos. “Eso nos ha transformado mucho”, admite. Esa raíz en la que destacó Rosalía desde sus inicios se ha adentrado sin complejos en el pop de la mano de El Guincho, y con evidentes guiños a la música urbana, ha transformado a la catalana en una artista global.

Ambos acaban de regresar de una pequeña gira preliminar por Estados Unidos que llevó a Rosalía a compartir escenario a principios de mes con Juanes en el Hollywood Bowl de Los Ángeles. Luego, concierto propio en el Miami Auditorium, y finalmente, en un recital privado, en la convención mundial de Sony (su discográfica), en Nueva York. “El concierto que mejor nos ha salido”, sostiene Pablo.

Con una amplia experiencia como compositor, productor e intérprete de sus propias creaciones, a El Guincho se le nota feliz en esta faceta de su vida artística. Con cuatro álbumes propios en el mercado, alcanzó pronto el éxito pese a las reticencias de los reacios a la vanguardia pop.

“Esta es la parte más bonita de la música, la de hacer que llegue al mayor número de gente sin la exposición pública que te supone la fama, que la verdad no me hace mucha gracia”, confiesa.

En Canarias se conocieron los directos de El Guincho gracias a su participación en el festival Womad de 2008. Su directora, Dania Dévora, de momento la única persona en las islas en posesión de un Grammy (Historia del Soldado, produciendo espectáculo junto a Paquito D’Rivera), asegura que votará por Rosalía en los Grammy, de la que es académica desde 2003 precisamente por su premio.