David Cal: ''Trabajé duro cuatro años por esta medalla''

“El trabajo ha sido muy duro durante estos cuatro años. Hemos ido, poco a poco, cumpliendo objetivos. Primero se alimentaban mucho las dudas de que no iba a llegar; el siguiente año, un cuarto puesto en el Mundial; el siguiente, subcampeón del mundo y éste muy satisfecho porque conseguir una medalla olímpica era nuestro objetivo aquí”, manifestó David Cal, por encima ya de otros mitos como Joan Llaneras, presente en la capital británica, y Arantxa Sánchez Vicario, cuádruple medallistas en los Juegos.

David Cal no pudo ser oro. Empezó en la parte trasera del pelotón e incrementó el número de paladas en los últimos 250 metros. Del quinto puesto al subcampeonato olímpico, a la gloria y al mito. “¿Si os he echo sufrir? Yo también sufrí mucho. Salí un poco atrás, me fui guardando fuerzas, tenía un poco de cambio, fui cogiendo al grupo y en el sprint final tenía ese poco que necesitaba para colarme segundo”, explicó.

El de Cangas do Morrazo salió en la calle 7, tal y como había previsto, para resguardarse más del viento, pero éste no sopló apenas en esta mañana gris, encapotada en el cielo, el tiempo de Galicia en Reino Unido. “Tenía pensando estar un poco más cerca de la cabeza y, a veces, las carreras no salen como tú quieres. Las sensaciones que tenía era para ir a ese ritmo, todo salió bien y muy contento. ¿La calle 7? Hoy había poco viento, casi no se notaba y si hubiera habido un poco más... Pero la calle 7 estuvo bien y no nos vamos a quejar. Pensaba que iba a ser un poco más lenta”, confesó.

A Cal no le ganó un cualquiera, el alemán Sebastian Brendel, campeón de Europa en 2010, 2011 y 2012, pero tan centrado estuvo en la remontada que no sabía nada del campeón olímpico en Pekín, el húngaro Attila Vadja, su principal rival, sexto en la meta. “¿Cómo quedó el húngaro?”, preguntó poco antes de marcharse hacia la ceremonia de entrega de medallas, en la que el miembro español del COI José Perurena le entregó la recompensa de la medalla.

“No, no soy consciente de ser un mito”.

Antes quiso dedicar su nuevo éxito a su entrenador, Suso Morlán, a la gente del Club Naval de Pontevedra, “a toda esa gente que está por detrás”, que no se ve y es parte también de sus logros. “¿Emocionado? Sí un poquito, una cosa es que sea tranquilo y otra que no me emocione. ¿Un mito? Ahora no soy consciente, ahora estoy disfrutando del momento. Cuando lleguemos a casa y esté con a familia lo disfrutaré un poco más”, respondió ante el hecho de ingresar ya en el Libro de Oro del deporte español.

Emocionado como estaba con el momento de recibir su quinta medalla en unos Juegos, Cal no quiere oír hablar aún de los Juegos de Río. “¿Río? No sé, queda a 10.000 kilómetros de aquí. Cuatro años es mucho tiempo. Mi entrenador y yo nos tenemos que sentar y pensar lo que vamos a hacer”, dijo antes de confesar cuál será su próximo reto: disfrutar de la medalla, de unas buenas vacaciones con la familia y amigos y dejar la piragua, su compañera inseparable en estos cuatro años y en las últimas semanas en el Embalse del Río Covo, en el Concello de Cervo (Lugo), apartada.

Con esa piragua y con el motor de sus brazos, David Cal, como dice el eslogan de su web personal 'Navegando hacia la leyenda', ha surcado este miércoles el Lago de Eton Dorney, acompañado por muchas banderas españolas que querían ser testigo de su gesta, hacia el panteón del Deporte español.

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