Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

RAKKAUTTA & ANARKIAA 2014. ASIAN CUTS

That Demon Within, dirigida por Dante Lam, director que cada vez va más allá con sus realizaciones, es de esas películas que encaja a la perfección con la idea anárquica y, ciertamente radical, que empapa al festival finlandés. La premisa de salida, un oscuro y anodino oficial de policía que, en su interior, esconde una versión actualizada del mito literario del doctor Jekyll y mister Hyde y que, por casualidades de la vida, ayuda a salvar la vida de un sanguinario y extremo delincuente, suponen la excusa perfecta para que Lam y el intérprete absoluto de la historia, el actor chino Daniel Wu, nos lleven hasta la antesala de la locura. Dura, áspera, tintada de un aura de pesadilla que acaba por revolverte el estómago, That Demon Within es de esas historias que demuestran que los seres humanos somos más peligrosos que cualquier plaga, y que la cordura es un estado mental que escasea, tanto o más que la ética o la honradez.

En el extremo contrario, en el caso que voy a comentar a continuación, los personajes son perfectamente conscientes de sus actos y no se dejan llevar por ningún demonio interior en On the Job, película filipina dirigida por Erik Matti. On the Job es una demoledora crítica contra la corrupción, la podredumbre y las miserias de una nación, Filipinas, devorada por quienes solamente piensan en su beneficio propio y utilizan los mismos recursos del estado para perpetuarse. La acción gira sobre la vida de dos reclusos, los cuales son utilizados como sicarios por un degenerado general y un político, y empresario, no menos corrupto y demagogo. En medio, las andanzas de un joven oficial de policía, casado con la hija del congresista de marras -cuyo padre fue asesinado por tratar de detener a los mismo que manejan las riendas del poder- y las de un veterano sargento del cuerpo, cansado de tanta iniquidad.

Lo mejor de la película es que cada personaje, tanto los sicarios, Tatang (Joel Torres) y Daniel (Gerald Anderson), los policías Francis Coronel, Jr. (Piolo Pascual) y el sargento Joaquín Acosta (Joey Márquez) y quienes manejan el poder, el general Pacheco (Leo Martínez) y el congresista Manrique (Michael De Mesa) representan la realidad de un país que, con esas señas de identidad, nunca logrará avanzar y salir del agujero en el que lleva metido desde hace décadas.

Matti, en su doble labor de director y guionista, no se corta en mostrarnos cómo todo en su país tiene un precio y cómo los sicarios acuden a sus trabajos en coches de la policía, a imagen y semejanza de los escuadrones de la muerte que operaron en El Salvador, Uruguay, Perú y Brasil, sólo por poner algunos ejemplos. Ante tanta impunidad, el espectador sabe de antemano lo que ocurrirá, pero, les puedo asegurar, que nadie se movió de su butaca hasta que las luces de la sala se encendieron.

The Suspect es una suerte de thriller político, absorbente, trepidante, que logra mantener despierto durante las casi dos horas y medias de metraje, aunque estés asistiendo a una sesión de madrugada. Bebiendo de fuentes tan diversas como la saga protagonizada por Jason Bourne o las peripecias del agente francés Josselin Beaumont, interpretado por Jean-Paul Belmondo hace ya tres décadas, The Suspect vuelve a poner sobre la mesa los torticeros y retorcidos intereses que mueven a los políticos de cualquier punto del globo. En el caso particular de la película dirigida por Won Shin-Yeon, esta circunstancia es aún peor, dada la guerra de nervios que llevan viviendo las dos Coreas desde 1953, fecha en la que se dio por finalizada la primera contienda de la “guerra fría”.

Ji Dong-Cheol es la versión norcoreana del comandante de la marina de su majestad la reina, James Bond y, al igual que le ocurre al agente británico, su vida permanece siempre en la cuerda floja. Lo que diferencia a uno del otro -aunque en Skyfall, Bond toma una decisión que lo emparenta, durante buena parte de la cinta, con Dong-Cheol- es que el súper-agente norcoreano es un desertor y eso molesta tanto a sus antiguos superiores como a quienes manejan las seguridad de la Corea “libre”. Con tal escenario Dong-Cheol deberá sortear mil y un obstáculos, si quiere escapar con vida de la horda de sicarios, políticos corruptos e individuos que, con tal de no perder su posición, pactan con el mismo vástago de Satanás, dado que el padre está ya un poco mayor para estos trotes.

Termino este recorrido con la película más épica, más grandiosa, más “asiáticas”, si me permiten la licencia poética, y sin que, con ella, quiera estigmatizarla sino todo lo contrario. The White Storm, película dirigida por Benny Chan, es una amistad leal, íntegra, capaz de reponerse a una traición e, incluso de vencer a la misma parca. The White Storm es de esas historias que todos los que creemos en que la lealtad no se compra, ni se vende, sino se otorga, sin condiciones, nos gustaría protagonizar.

Puede que el sentido épico y extremo, casi teatral, de esta película le chirríe a mucha gente, sobre todo a los intelectuales y/ o críticos de pro. Sin embargo, The White Storm, magníficamente interpretada por el trío Sean Lu (Tin), Wai (Nick Cheung) y Chow (Louis Koo), representa la lucha de tres personas normales, oficiales de policía, que luchan una guerra desigual y en donde las cartas –y el dinero- están marcados desde el primer momento.

Nada, ni nadie parece estar inmune ante el azote de los grandes carteles y sus tentáculos, pero según la lógica del cine hecho en Hong-Kong, incluso un hombre normal puede llegar a revelarse contra la megalomanía de quienes prosperan a base de vender la muerte en bolsitas de plástico, sin que por ello les tiemble el pulso. Y cuando uno ve la última secuencia, capaz de rivalizar con títulos tan épicos como The Killer o A Better Tomorrow, ambas obra del gran John Woo, hasta se puede llegar a pensar en un mundo donde los capos de droga, los señores de la guerra, o los lobby políticos se encuentren con la horma de su zapato.

The White Storm dura 140 minutos perfectos de principio a fin, que, en un mundo más cabal y con mejores profesionales en el mundo de la distribución y exhibición cinematográfica, deberían ser disfrutados en pantalla grande y no en el salón de tu casa, salvo que algún programador con buen criterio lo incluya en la programación de un festival de cine, tal y como fue el caso de R&A.

Hasta aquí mi crónica de la 27ª edición del Festival Internacional de cine Rakkautta & Anarkiaa, celebrado en la ciudad de Helsinki, evento que, tras ocho años cubriendo, no deja de sorprenderme de principio –recuerden el sensacional cartel de Susanna Silvan- a fin. Veremos qué ocurre el próximo año, pero, a buen seguro, volverá a merecer la pena. Ya saben, si tienen ganas de ver una bonita y acogedora ciudad y disfrutar viendo películas en pantalla grande, dense un paseo en septiembre del año 2015 y no se sentirán defraudados.

The White Storm © 2014 Bona International Film Group, Sil-Metropole Organisation, Sun Entertainment Culture & Universe Entertainment

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Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

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