Antonio Tabares: “El suicido me remueve, me resulta desconcertante”

Antonio Tabares y Daniel María, este lunes, en la Casa Salazar. Foto: JUANJO NERIS

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

“El suicidio me remueve, es un acto definitivo, no admite ninguna interpretación secundaria; me resulta desconcertante”, ha admitido este lunes el dramaturgo palmero Antonio Tabares (Santa Cruz de La Palma, 1973), que fue entrevistado en la Casa Salazar de la capital por Daniel María dentro del ciclo ‘Entre Palabras’, una iniciativa de la Biblioteca Pública de Santa Cruz de Tenerife que tiene como objetivo divulgar la obra de los autores canarios entre el público a través de encuentros literarios. Precisamente, este martes, la compañía Delirium Teatro pone en escena en el Circo de Marte ‘La punta del iceberg’, la pieza de Tabares galardonada con los premios Tirso de Molina y Réplica en la que se aborda el deterioro de las relaciones laborales y también está presente el suicidio.

Daniel María presentó a Antonio Tabares, licenciando en Ciencias de la Información, como un “referente de la nueva dramaturgia canaria y uno de los autores teatrales con mayor proyección, junto a José Padilla”.

Tabares dijo que estudiar Filología fue “mi primera opción, porque me gusta mucho la literatura, pero por error cursé Periodismo, pensando que me iban a enseñar a escribir”. De todos modos, reconoció que “irme a Madrid fue fundamental para mí, tanto para formarme como espectador como para dedicarme a la escritura”.

El dramaturgo palmero confesó que no tiene ningún interés por asumir tareas de dirección. “Para trabajar la interpretación hace falta mucho oficio, tienes que saber cómo trabajar con los actores, hay muchos condicionantes y mal lo paso ya con ser autor de textos, aunque actuar, como hobby, si me apetece”.

Daniel María preguntó a Tabares si haber nacido en la capital palmera, una ciudad con tradición escénica, había influido en su decisión de dedicarse a la escritura teatral. “Posiblemente sí, pero si hubiese nacido en otro lugar no sé a qué me hubiese dedicado, aunque es cierto que Santa Cruz de La Palma me ha marcado como autor, y recuerdo que de pequeño iba al Circo de Marte y mi hermano ensayaba en la Escuela de Teatro”. “Sí reconozco una vinculación de lo teatral con esta ciudad, porque la Escuela de Teatro ha sido fundamental para crear afición”, afirmó.

La formación teatral de Tabares es “autodidacta” y se ha forjado “a base de leer muchas obras de teatro y de ir a representaciones, porque cuando comencé a escribir no sabía que se podía estudiar Dramaturgia”, comentó. Recordó el primer taller que realizó con Paloma Pedrero en el que, en la primera sesión, le habló de la ‘Poética’ de Aristóteles. “Yo me pregunté entonces qué tenía que ver esta obra con el teatro, y luego me di cuenta que todo está allí”. Los talleres le han servido a Tabares para “lanzarte a escribir, para animarte y para hacerte disciplinado, porque no puedes funcionar a base de impulsos”.

En relación a las representaciones que se ponen en escena en el Archipiélago, señaló que “Canarias nada tiene que envidiar a lo que se hace, por ejemplo, en La Abadía; tenemos que quitarnos complejos”.

Sobre la realidad del teatro en Canarias, reconoció que “hay problemas para salir fuera y para actuar en escenarios de las propias islas; hay precariedad, así que si mis ingresos dependieran de lo que escribo, mi visión del teatro sería apocalíptica, porque poca gente puede vivir del teatro, y en condiciones heroicas; te dedicas a esto porque lo amas”.

En el proceso de creación, Tabares es “espectador, el público soy yo, y tengo que dar vueltas a ver lo que falla”. El “peor momento”, afirmó, “es el estreno, y también cuando doy a leer una obra a alguien y espero a que me conteste”.

Consideró que el teatro “debe entretener; cuando escribo no intento dar ningún mensaje, lo que hago es contar historias que me han conmovido o que me han desestabilizado emocionalmente. No doy una visión del mundo, ni ninguna lección, porque no soy quién para ello; expongo a la luz pública una reflexión sobre nosotros mismos; mis obras son preguntas formuladas sobre el escenario para cuestionarnos qué nos está pasando”.

El suicidio, expuso, “me remueve, es un acto definitivo, no admite ninguna interpretación secundaria, me resulta desconcertante, y como dice Camus, es el único problema filosófico que existe; es un aldabonazo que te desconcierta, el gran interrogante por excelencia”.

Los premios que ha recibido han sido para este dramaturgo “vitales” porque le han permitido conocer a actores y directores y estrenar en La Abadía. “Han sido determinantes, porque gracias a ellos hablan de ti y de tu obra”. También suponen un plus de responsabilidad. “Tienes las impresión de que ya no puedes decir chorradas, te tienes que exigir más como autor, estrujarte más las neuronas”.

La innovación en el teatro, a su juicio, puede estar en “cómo ha cambiado el modo de relacionarnos, somos incapaces de estar en silencio; presumo que por ahí puede haber una historia, cómo nuestra vida se está viendo condicionada”.

Tabares ha aprendido teatro leyendo. Le han influido autores contemporáneos como Sanchís Sinisterra o Mayorga. “También me gusta leer la dramaturgia catalana contemporánea, y el teatro clásico o la tragedia griega”. Chejov, aseguró, “es el autor que más me ha enriquecido como escritor y como persona”.

La crítica, confesó, “la llevo fatal; los autores somos personas horriblemente frágiles, y una sola persona que te lance un dardo, te deja desestabilizado, pero tienes que coger tablas, aunque es horroroso porque estás exponiendo tus vísceras”.

Etiquetas
stats