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Patrimonio cultural Benahoarita en el laberinto

Felipe Jorge Pais Pais

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El 13 y 14 de diciembre de 2018 se celebró en Gran Canaria el II Congreso de Museos de Canarias, organizado por la Dirección General de Patrimonio Cultural de Canarias. Participamos en el mismo mediante la presentación de un póster, del que es coautora la paleoantropóloga Nuria Álvarez Rodríguez, titulado Las colecciones arqueológicas en La Palma y los expolios: un problema a resolver.

La inmensa mayoría, al menos los más espectaculares y llamativos, de los fondos del Museo Arqueológico Benahoarita (Los Llanos de Aridane), inaugurado a finales de abril de 2007, son piezas descontextualizadas, puesto que proceden de hallazgos casuales, colecciones privadas, expolios o excavaciones realizadas sin metodología rigurosa y, sobre todo, científica. Lo que interesaba, en última instancia, era hacer acopio de aquellos objetos en mejor estado de conservación y más atractivos desde el punto de vista estético. Desgraciadamente, este tipo de actuaciones llevaba implícita la destrucción, parcial o total, de los yacimientos afectados, transformando las piezas prehispánicas en meros objetos sin contexto territorial y, mucho más grave aún, cultural. Este coleccionismo salvaje fue el que animó la creación de instituciones tan respetables como la Sociedad La Cosmológica, que vio la luz en 1881, con la intención de crear un Museo de Historia Natural y de Antigüedades Aborígenes. Lamentablemente, sus materiales han llegado hasta nuestros días bajo la nomenclatura de y el eufemismo de “procedencia desconocida” o, como mucho, solo contamos con el dato del municipio en que se descubrió.

A mediados del siglo XX comienzan a formarse diferentes colecciones privadas, como las de Miriam Cabrera Medina, Ramón Rodríguez Martín, Tomás Oropesa Hernández, etc. que se utilizaron para montar la primera exposición permanente del Museo Arqueológico Benahoarita. La apertura del mismo ha supuesto una auténtica avalancha de donación de piezas arqueológicas (Carlos Abreu Díaz, Casiano Melián Cruz, Luis Miguel Robayna Simón, Aníbal Pérez Ramos, etc.) que, aunque conocemos su procedencia, debemos tratarlas con mucha cautela, puesto que carecemos de información importante como su situación dentro de los yacimientos, la relación con otros vestigios, la mezcla con otros materiales de lugares distintos, etc. La principal complicación que surge a la hora de estudiar esos materiales benahoaritas estriba en la dificultad de obtener conocimiento científico que exceda la mera descripción del objeto. Los restos fueron recogidos, en su inmensa mayoría, sin criterios estratigráficos o documentación gráfica perdiendo así su contexto arqueológico y transformándose únicamente en bellos objetos. En esta situación se encuentran infinidad de vasijas, grabados rupestres, restos humanos, utensilios líticos, adornos en hueso y conchas marinas, etc.

Aunque la virulencia y el número de los expolios ha decrecido considerablemente respecto a épocas pasadas, aún es claramente visible su rastro por toda la orografía insular. Algunos saqueadores, incluso, intentan vender el producto de su rapiña a través de internet o presumen de sus actuaciones delictivas a través de las redes sociales y no tienen empacho en mentir o criticar el trabajo de arqueólogos e investigadores que llevan buena parte de su vida trabajando en este campo. Los saqueos no son exclusivos de un tipo de yacimiento, sino que los podemos encontrar en cuevas de habitación, necrópolis, estaciones de grabados rupestres, amontonamientos de piedra, conjuntos de canalillos-cazoletas, etc. Este tipo de actividades provocan daños irreversibles, no solo en los yacimientos y, a través de ellos, en los diferentes aspectos de la vida y cultura benahoaritas. Pero, tanto o más graves que los expolios, nos encontramos con otro tipo de actuaciones como los grafitis, la manipulación y el cambio de posición de objetos arqueológicos para defender teorías pseudocientíficas, inventarios y estudios realizados por aficionados sin ningún tipo de formación arqueológica, etc.

Es muy complicado acabar con este tipo de atentados y solo se conseguirá mediante la implicación de las instituciones públicas (Cabildo Insular y ayuntamientos), agentes de vigilancia y control (SEPRONA, Medio Ambiente, Parque Nacional de La Caldera) y de todos los palmeros. Desde el Museo Arqueológico Benahoarita llevamos mucho tiempo desarrollando una esencial labor pedagógica entre la comunidad educativa insular para inculcarles los valores patrimoniales y culturales de nuestro pasado aborigen y, sobre todo, para que aprendan a protegerlo y respetarlo. Estas actividades educativas van desde visitas guiadas al mab, talleres didácticos, piezas teatrales de títeres, rutas arqueológicas por diferentes yacimientos, etc. Esta labor, continua y rigurosa, es la que nos permitirá, a medio y largo plazo, garantizar la preservación de este legado patrimonial y contribuirá, de forma decisiva a la erradicación de los expolios.

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