Espacio de opinión de La Palma Ahora
Anécdota mañanera en la calle Díaz Pimienta
Queridos amigos:
Ayer al salir de mi casa, en la calle San José número 4 de Santa Cruz de La Palma, para venir a la tienda, en vez de bajar hacia la Plaza de San Francisco, cruzarla, cruzar otra vez La Alameda y luego desembarcar en Pérez Galdós, como hago siempre, me dirigí hacia la Avenida del Puente, a través de la calle José López. En el momento en que cruzaba el paso de cebra de Díaz Pimienta, de un coche que había tenido que parar al verme pasar, de esos de los que sale música ‘punchin punchin’, se oía una voz de varón, que al principio pensé que estaba cantando, al ritmo del ‘punchin’; luego, cuando yo estaba nuevamente en la acera, y el coche giró hacia la izquierda para dirigirse a la Avenida del Puente, a donde yo mismo iba, cuando estuvo a mi altura, me mira el conductor, un jovencito de veintitantos, con el que no podré conversar nunca acerca de lo que significa para mí el insulto que me profirió, acompañado de su novia, y me dice : “¡No se puede cruzar la calle con tanta paciencia, coño!” Soy una persona paciente, es verdad, pero mirad quién y cómo me lo dice (nunca pensé que la paciencia -paz y ciencia- pudiera molestar a alguien) ¡Soy paciente mucho antes de leer la ‘Ilíada’ de Homero o el ‘Viaje a Ítaca’ de Kavafis!
Al llegar a la Avenida del Puente, me encuentro con Esther R. Medina (La Palma Ahora), a la que le digo:
- “Si tienes un momento -Esther siempre anda corriendo- desde aquí a la Notaría te comento lo que me acaba de pasar”.
- “No puedo, Miguel, tengo que subir por las escalerillas a la Cajita Blanca para ir a hacer una entrevista en la Escuela de Arte”.
- “Entonces, con esta, Esther, son medio millón más de cosas las que tenemos que hablar. Me gustó la entrevista que le hiciste a Ramón Araújo. A ver cuándo te vienes a sentar un rato con calma en la tienda”.
- “Una tarde de estas, Miguel... Besos”.
- “Besos, Esther, llámame antes de ir”.
¡El día que se siente Esther a hablar conmigo, vamos a escribir otro Quijote u otra Biblia!
¿Por qué me he detenido en esta anécdota mañanera en la perpendicular de José López, al cruzar Díaz Pimienta? La semana pasada, un científico, una de las mayores autoridades mundiales en el tema del Cosmos, repleto de humor, nos comentó los últimos descubrimientos sobre el tema. En esto del cosmos, cada puerta que se abre, es para abrir otras tantas; ahora parece ser que el Universo es hueco, que si lo concentrásemos, sería del tamaño de un dado del parchís, que la materia negra es la responsable de todo, pero que no se sabe que es dicha materia, y que calculan que se sabrá dentro de unos treinta años. Y nos dice estas cosas con un fino sentido del humor. Toda su exposición, salpicada al final con preguntas del más que interesado y curioso público, estuvo llena no sólo de humor, también de paciencia. Una vez, leí o escuché, que antes de Einstein el Universo se interpretaba como una gran máquina, y que a partir de él, de sus bellas teorías, hoy son consideradas también como obras de arte, se empieza a interpretar como una gran idea; también leí o escuche de él, su alto grado de compromiso con las causas humanitarias, con la libertad, y de su gran sentido del humor. La semana pasada, pero de martes a domingo, estuve en un curso de yoga con el Achayra Tiirtadhevanda; cuando hablaba del Universo, del Cosmos, nos resumía todos estos avances científicos que había escuchado en la charla del cosmólogo, diciéndonos, al mismo tiempo, que desde hace milenios, los avatares, meditadores, místicos, chamanes, derviches, sufís… han llegado a ellos, y los han sobrepasado, sin ningún telescopio, solo mirando hacia dentro. Y lo decía también con mucha paciencia y humor. La organización a la que pertenece este achayra (Ananda Marga ) está involucrada en causas humanitarias, y con la libertad, al igual que lo estaba Einstein. A veces me da la impresión, o tengo la absoluta convicción, de que ciencia y espiritualidad se acabarán encontrando, o abrazando. De hecho, existen encuentros periódicos entre la avanzadilla de la Ciencia y sectores del Budismo representado por Mathieu Ricard, ex científico francés del Instituto Pasteur, y actual secretario del Dalai Lama. Una vez dijo el Dalai Lama que si un día la Ciencia podría rebatir alguna de las teorías budistas sobre El Universo, El Cosmos, La Creación... él dejaba de ser Dalai Lama.
A saltos con el humor, os envío, en una foto, un chiste que me remite mi amigo Durruti desde Australia. Durruti es el amigo del que os hablé hace una semana o dos, el que sembró dos hectáreas de tagasaste alrededor de su casa, por aquello de la nostalgia. Cuando vivía entre nosotros, en Islas o Península, la primera palabra que nos decía cuando nos encontrábamos era: “¿Novedades?” Ahora que vive en nuestras antípodas, que nos lleva once horas por delante, que se entera de todo con once horas de antelación a nosotros, somos nosotros los que le preguntamos a él: “¿Novedades, Durruti? ” Casi me olvido de comentaros que Durruti me dio “novedades” junto con el chiste que me envió. Me dice en ese mismo mail, corrigiéndome, con mucho cariño, lo que yo había dicho sobre él y el 100 Peppers. Me asegura que ya no bebe whisqui 100 Peppers, que solo bebe vinos del catálogo de Las Cosas Buenas de Miguel. Gracias Durruti, heme aquí, otra vez, evangelizando con mis vinos. Como de humor y de chistes va también la cosa, me voy a animar a contaros uno de los de Facundo Cabral. Facundo comentaba que su tío Pedro, persona algo peculiar, decía que no creía en el comunismo ruso porque no podía creer en un país que tuviera una bandera llena de herramientas, o que un negro en la nieve era un blanco perfecto, o que la diferencia entre los senos de una mujer blanca y otra de color era que los de la mujer blanca salían en Play Boy y los de la mujer de color en National Geographic. (¡Pues este era el peculiar tío de Facundo!). Comentaba también que a su tío Pedro le tenían mucha inquina sus vecinos, no sé si sólo por esas cosas que decía, o por otras más. Un día pasó por el pueblo del tío Pedro una especie de tornado o de huracán, y a la mañana siguiente, el tío Pedro estaba delante de la casa venida abajo. Al pasar los vecinos por delante de él y de su casa, le preguntaron: “¿Que te pasó Pedro, el temporal te derruyó la casa?”. “No –contestó-, la desarmé para limpiarla ¡Boludo!”.
Abrazos por el lado del corazón. Salud y alegría interior.
Las Cosas Buenas de Miguel