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Cosa de dobles

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La televisión ofrece imágenes de un alto tribunal. Lo preside el juez Hurtado. Imposible. Ese juez consume su tiempo en averiguar quién es M. Rajoy. Está a jornada completa con este menester. Es una suerte de sortilegio. Bueno entonces tiene que ser su doble. Esto del doble es cosa de escritores y de la ficción. Para el fiscal general este juez es el doble de Maupassant, El Horla, que lo acosa de una forma insoportable y hasta llevarlo a los linderos de la locura.

El que le sopla la oreja es Marchena, juez del procés, que se retransmitió en directo y contó con una audiencia de nacionalistas españoles que veían a este juez buscar con denuedo y de forma incansable y mediática una sentencia unánime mientras los catalanes se tapaban las narices. Ahora sospecho que tenía la sentencia redactada avant la lettre. A mí casi me confunde, pero no fue a mí a quién casi confunde, sino a mi doble. Como pensaba Borges, a mí no me sucede nada de esto, todo le sucede al otro Borges. Somos dos y yo me entero de poco.

Parece que van a juzgar en otro tribunal a alguien que es la pareja de Isabelita. Pero no de Isabelita Perón sino de su doble, la Ayuso. Isabelita boluda enviaba comida y medicinas a los pobres descamisados pero la pareja de esta Isabel envía a Costa de Marfil facturas falsas y se queda las medicinas. Es el doble de Poe, William Wilson, que lucha con su sombra y su conciencia y cuyo relato arranca su primera página así: “Perdonen que, por el momento, me presente como William Wilson. Esta página inmaculada no debe mancharse con mi verdadero nombre”.

Al fiscal general acusado lo van a pasar por La Rastra, máquina de tortura en La Colonia Penitenciaria de Kafka. Cuando Kafka leyó su obra a forma de estreno en Munich, señoras remilgadas se desmayaron cuando escuchaban cómo unas agujas colocadas sobre un lecho donde yacía el condenado, penetraban su cuerpo y dejaban en el mismo las huellas impresas con el título de la sentencia. Quién vigila a los jueces del Supremo, fue pregunta que nunca supe contestar. Imagino que su doble. Pero si es el de Dostoievski, el doble le arrebata al titular su sitio en la sociedad y estos tienen el trabajo de forma vitalicia.

Y dónde estará la pareja de Isabelita. Pues dijo que o se suicidaba o se exiliaba y, como no está en el cementerio, estará en la cárcel por riesgo más que evidente de fuga. Pero no, porque es el doble de Dorian Gray y las cosas le pasan a su retrato.

Pues hemos de apagar la luz para ver esta página en blanco y negro a forma de No-do y no ver la máquina de la tortura en la Colonia Penitenciaria que está gravando en la piel del pueblo español la sentencia del Tribunal Supremo: “Esto no va contigo sino con tu doble”.

Además, averiguo que esto no pasó en el Palacio de Las Salesas de Madrid sino en Old Bailey, legendaria sede penal inglesa, y es fama que como los ingleses perdieron la alegría, se quedaron con el humor. Con humor digo que creo en la justicia porque quiero a la democracia. En serio, aunque lo sea con humor e ironía.