Prefieren un parque a un ambulatorio en Pino Apolinario

Los vecinos del parque Pino Apolinario, en Guanarteme, quieren su parque. No quieren el ambulatorio proyectado por la consejería de Sanidad, que de esos ya tienen dos cerca, aseguran. Ni hablar de echar cemento al jardín entre la Plaza de Farray y Las Canteras, ni de las catas de terreno que ellos mismos impidieron el pasado martes tras una denuncia a la policía local.

Canarias investiga informa que desde la inauguración del parque en 2006, los vecinos se han encargado del mantenimiento de recinto. Dos de ellos, Expedito Morales y Manuel Báez, veteranos en temas vecinales, lo riegan y lo mantienen abierto desde las 10 de la mañana hasta las 10 de la noche. Ahora tienen una toma de agua, pero aún recuerdan cuando había que llevarla en baldes. Por eso lo consideran su parque, porque lo han trabajado. Sanidad asegura que las obras se han paralizado hasta escuchar las quejas de los vecinos.

La antigua propietaria del solar perteneció a una de las familias adineradas de la capital grancanaria, los Apolinario, antaño dueños de extensos terrenos desde la céntrica calle Mesa y López hasta lo que hoy se conoce como Lomo Apolinario. Pino, unas de las herederas, murió en 1953 tras ceder a la propiedad pública este solar de Guanarteme, que albergó un reformatorio y más tarde la Escuela de Artes y Oficios. En 2006 se inauguró el parque que lleva su nombre. Los vecinos alegan que es el único espacio verde en su zona. Sanidad argumenta que el centro es necesario por la alta densidad de población.

“No entendemos que quieran hacer otro ambulatorio, si tenemos el de Guanarteme y acaban de abrir el de Mesa y López”, asegura Juan Santiago, que vive frente al parque. “Yo me enteré por la prensa de lo que se quiere hacer aquí”, comenta Expedito, uno de los jardineros. “Tendremos que hacer una junta de vecinos para luchar por lo que queremos”, añade.

“Al viejo edificio de Bellas Artes se le prendió fuego, y después de eso fue ocupado por indigentes. En la época de Pepa Luzardo como alcaldesa se tiró el edificio, aunque no era propiedad del Ayuntamiento, sino del Gobierno de Canarias, y conseguimos que se hiciera el parque. Ahora no queremos que nos lo quiten”, explica Manuel, que cada noche se encarga de echarle el cierre.

Entre los dos cuidadores y la ayuda de otros vecinos, se compró un candado para la verja del parque. “48 euros”, recuerda Expedito. Se abonó la tierra y plantaron semillas. Posteriormente les llegaron luz y agua municipales. “El ambulatorio que nos corresponde es el de Guanarteme. ¿Para qué otro, si también tenemos el de Mesa y López aquí al lado?”, se pregunta.

Jerónimo Barrera es el vecino que avisó a la policía local en la mañana del martes. Conoce a la perfección la historia del solar hasta convertirse en el lugar de descanso y paseo que es hoy. El pasado lunes advirtió la presencia de los obreros en el parque, pues llevaron hasta el lugar maquinaria pesada para realizar las pruebas preliminares, y dispusieron una valla alrededor. A la mañana siguiente llamó para presentar una denuncia ante la autoridad municipal. Exige que se cumpla la ley y que se respete la voluntad de los vecinos.

Virginia Guerra, una jubilada del barrio, también se expresa en esa línea. Todavía recuerda cuando en el espacio que hoy ocupa el jardín y sus árboles había un comedor social conocido como la gota leche, sobre los años 30 y 40 del siglo pasado. “Yo recuerdo a las prostitutas que venían a hacerse las revisiones, porque entonces era obligatorio”, comenta.

El testamento de Apolinario

Eso fue antes de que Pino Apolinario (1870-1953) cediera la propiedad del recinto. Heredera de una de las fortunas de la isla, su padre se hizo con buena parte de las tierras públicas en torno a la ciudad, apunta el padre Gregorio desde la que fue una de las casas de esta señora en Lomo Apolinario, hoy sede de la congregación Padres Paúles en la capital. “Doña Pino heredó tierras junto a varios hermanos, algunas de ellas por Las Canteras”, señala.

Una de estas propiedades es el parque que hoy lleva su nombre en Guanarteme, y en su testamento especificó la finalidad de la donación del solar. Virginia Guerra conoce la historia, y no tiene claro el asunto del ambulatorio. “Ahora estamos revisando el testamento de doña Pino, porque creemos que lo que se quiere hacer aquí no está acorde con lo que ella dejó escrito”.

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