Un lugar donde siempre es Día del Libro

Interior de la biblioteca de Arucas. (Alejandro Ramos)

Nanda Santana

Arucas —

De sus paredes cuelgan cuadros, fotos, dibujos infantiles, manualidades, diplomas y reconocimientos… Paredes que acogen exposiciones periódicas, muebles revisteros y murales que recuerdan que 2017 es el año del poeta de las Nanas de la cebolla. Silenciosas y casi solitarias por las mañanas, se vuelven por las tardes espectadoras de un bullicio creativo, de voces -adultas e infantiles a partes iguales- que charlan bajito mientras esperan impacientes que empiecen sus actividades, que les den hora para usar el ordenador o que Mailu y Guille les presten libros, revistas o dvds o se los recojan para su devolución… Mientras adolescentes de variado pelaje ojean -y hojean- lo último de Blue Jeans al terminar su homework de ese día, padres y embarazadas aguardan que llegue Sari y dé comienzo la sesión de Versos con chocolate. O la de Cuentos para bebés… Es la biblioteca municipal de Arucas. Un micromundo peculiar donde sólo se pide una cosa: amar la lectura. Detrás de un equipo altamente motivado y con una pasión contagiosa por los libros se esconde una mujer que iba para abogada pero prefirió pleitear con la ignorancia y la mediocridad. ¿Cómo? Compartiendo un trabajo que para ello es, más que una ocupación laboral, un modo de ser y de estar en el mundo.

Kaika, Domingo, Guille, Sari, Pino, Mailu… Alguno de ellos abre cada mañana las puertas. Un gesto cotidiano imprescindible que es a la vez metáfora de algo mayor. “Cuando pienso en libros, veo puertas; si pienso en la biblioteca, son puentes lo que visualizo”, cuenta Loly León, esta diplomada en Derecho reconvertida a bibliotecaria que desde 1989 se ha convertido en artífice de ese milagro que es lograr nuevos lectores -también en e-book– en un entorno donde la tecnología favorece lo audiovisual, sobre todo entre jóvenes. Loly lidera un equipo de apasionadas de la lectura y, sobre todo, de personas que creen en lo que hacen, a las que les fascina su trabajo. Cada una tiene su motivo, todas convergen. “Para mí, la biblioteca es como mi casa, la siento como si fuera mía. E igual que allí algo se rompe y lo arreglo, o quiero que esté limpia y ordenada, aquí lo mismo. En realidad, no vengo aquí a trabajar. Vengo porque es donde mejor me siento. Imagínate que tengo días libres y termino dejándome caer por aquí”, dice Domingo, padre de una niña de 10 años que, por supuesto, es socia desde que nació. Como muchos otros niños de Arucas, ésos que llenan la sala de abajo especialmente los viernes por la tarde, en actividades diseñadas pensando en ellos y en engancharles a un hábito fascinante que, además, potencia el desarrollo cerebral y las habilidades cognitivas, tan necesarias en un momento en que las pantallas les abducen a edades cada vez más tempranas. En la biblio, como muchos la llaman, no reniegan de la tecnología, pero siguen concienciando sobre el valor -y el disfrute- de leer en papel, de hojear hermosos cuentos ilustrados, de oírlos contar a narradoras que les dejan boquiabiertos. No sólo a los pequeños, también a sus progenitores. “En Cuentos para bebés, una actividad dirigida a niños de 0 a 3 años -explica Loly- los sábados por la mañana se crea una atmósfera mágica. Hay muchísima demanda. Se nos han desbordado las expectativas. Cuando Yolanda Ortega, directora artística de Labrantes de la Palabra, y María Buenadicha, terminan el cuento allí nadie se mueve, nadie se va, empiezan a hablar entre sí, a contarse adivinanzas… Es un ambiente muy peculiar. Por eso decimos que la actividad empieza a las 11 pero no se sabe nunca a qué hora acaba, acaba cuando la gente quiera irse”.

Una misión que vivir

“Mi idea es que tenemos una misión”, explica León, preguntada por cómo concibe su trabajo cotidiano. “Y para cumplirla, debemos sentir una vocación. Eso es lo que le hago llegar a las personas que trabajan conmigo. Lo de misión y vocación puede sonar como algo muy trascendental, muy etéreo, pero tener claro por qué estamos aquí, para qué venimos cada día a la biblioteca, te ayuda mucho a no perder de vista los objetivos, a hacer muy bien tu trabajo cada día porque está en juego algo muy grande: quién no lee no piensa y se convierte en una persona fácilmente manipulable. Lo nuestro es llevar la lectura a cuanta más gente, mejor. Para mí particularmente, esta misión da sentido a todo lo que hago, en mi trabajo y fuera de él”.

El ambiente de cordialidad que se respira en la biblioteca es en buena parte obra suya. Allí no hay malas caras ni gente seria, se nota que se trabaja en equipo, con ganas, por gusto, no por obligación. León es la responsable del centro desde 1989, dos años después de sacar la plaza de auxiliar a la que se presentó, casi por casualidad, convencida de que se había equivocado al elegir la abogacía como opción profesional, tras haber terminado el primer ciclo de sus estudios de Derecho en la UNED. “A ver, no te confundas, la carrera me sirvió y, de hecho, lo que aprendí me sigue sirviendo en mi día a día. Pero ya en cuarto curso yo tenía claro que no me veía toda la vida en tribunales, entre conflictos, pleiteando… Ese año se convocó una plaza de auxiliar en la Casa de la Cultura de Arucas y me presenté”, recuerda. Y de ahí a convertir la actual biblioteca en un centro reputado y con numerosos reconocimientos ha transitado por un camino lleno de esfuerzo y trabajo constante, sí, pero también de pasión por lo que hace, de convicción absoluta en la huella que dejan en el alma de los lectores trabajos como los suyos. Bajo su dirección, la biblioteca ha recibido la Mención Especial María Moliner de animación a la lectura a municipios de entre 20 y 50.000 habitantes y ha sido finalista del Premio a la dinamización lectora que cada dos años concede el Ministerio de Educación y Ciencia durante el Congreso Nacional de Bibliotecas por el proyecto Labrantes de la palabra.

Además, esta directora atípica, que igual te recibe en su despacho como te presta un libro en mostrador o te recoge una petición de adquisición de novelas sin que se le caigan los anillos, impulsó la participación del centro en el proyecto de hermanamiento de bibliotecas europeas Sisters Libraries. Un programa de IFLA, la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas, a través del cual ha conectado este pequeño universo cultural de Arucas con centros similares de Croacia y Polonia, la Biblioteca de Piekary Śląskie y la Korčula City Libray Ivan Vidali, cuyas actividades van dirigidas no solo a fomentar la lectura entre la población infantil y juvenil sino a propiciar el encuentro entre diferentes países y culturas.

El gusanillo por los libros le vivía dentro desde niña. Pero fue un profesor quién hizo que aflorara lo que tal vez él ya presentía y ella ignoraba. “La experiencia que más me marcó para plantearme trabajar en bibliotecas fue un encargo que me hizo en BUP uno de estos profesores que dejan huella, Manuel Mayor Alonso”, recuerda. “El me pidió que me encargara de la biblioteca del instituto, el Tomás Morales. Porque ni entonces ni ahora existe la figura del bibliotecario en los centros educativos. No hay dinero, te dicen. No lo hay porque la lectura no es para los políticos una prioridad. Hay países donde sí lo es y buscan el dinero de donde sea”, reflexiona, crítica. Lectora voraz desde los cuatro años, sobre su mesa descansan volúmenes de distintos géneros literarios, desideratas de lectores también voraces que piden y piden, DVDs de películas, carpetas de papeles -la inevitable carga burocrática que conlleva gestionar un centro-, cubiletes llenos de bolis, cargadores de móviles y todo lo necesario para coordinar la parte más tecnológica de los servicios que presta la biblioteca.

Una 'app' para leer en cualquier lado

En este sentido, cuenta con la ayuda inestimable de Domingo Rodríguez, un maestroscuela, como él se define, que ejerció poco porque le atrapó pronto el trabajo en la Casa de la Cultura de Arucas, donde se alojaba hasta hace unos años la biblioteca municipal. Forofo de la tecnología, Loli León encontró en él un aliado perfecto para subir el centro al carro digital. En él y en un usuario, José Manuel Rodríguez, que les creó altruistamente en 2013 la app Biblioteca de Arucas, disponible en Android e IOS, que ya se han descargado más de 800 socios, y que obtuvo un meritorio segundo puesto en un concurso del Ministerio de Educación durante el VII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas de 2014, cuyo lema era ese año precisamente Bibliotecas públicas, conectados contigo. “Para mí -explica Domingo- la aplicación tiene dos cosas muy chulas: una, poder estar al día de las actividades que hacemos semanalmente, que son muchas; la otra, la posibilidad de llevar encima el carnet de usuario pudiendo acceder a todos los servicios de la biblioteca desde cualquier dispositivo”. También a ebiblio, una plataforma nacional desde la que descargarse libros electrónicos. Y es que si bien la tecnología ha hecho posible disfrutar de la lectura en otros formatos, “hay un perfil de lectores, entre 30 y 60 años, que sigue prefiriendo el papel. Donde sí se nota, y mucho, el impacto de la tecnología es en las búsquedas de información. Donde antes había boletines, enciclopedias, catálogos, ahora está don Google, internet”, reconoce Domingo.

Más de 14.000 socios, de los cuales casi 5.000 son usuarios activos, la convierten en la biblioteca municipal de las Islas con más vida. La cifra aumenta de año en año, a razón de unos 1.000 más. Casi 50.000 personas, unas 250 diarias, pasan anualmente por las actividades que organizan. Ya es una institución con renombre en la vida cultural y social de sus vecinos, que celebran orgullosos cada uno de sus logros. Ahora andan ocupados con los preparativos del próximo 23 de abril, también de una nueva edición de la Muestra de Teatro Escolar. Y es que hablar de animación a la lectura en el Norte de Gran Canaria es hablar de Loly León y su equipo de la biblioteca de Arucas. En verdad puede afirmarse que allí, el Día del Libro se celebra a diario. Mientras, su directora sueña con traer a algunos de sus autores preferidos. “Si pudiera resucitar, el poeta Ángel González”. Que estén vivos, José Antonio Marina, a quien conoció hace poco en Toledo, en el Congreso Nacional de Bibliotecas, y Violeta Monreal, “una autora infantil cuya capacidad para transmitir el amor por los libros que lleva dentro se sale de lo común”. Que se cumplan sus sueños.

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