Crece un 30% el número de personas que requieren atención psicológica de CEAR durante la pandemia

Centro de Migraciones de Vecindario, Gran Canaria, gestionado por CEAR.

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

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El número de personas que precisan atención psicológica en los servicios de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Canarias ha aumentado en un 30% desde que se decretó el estado de alarma por la pandemia de la COVID-19. Problemas de sueño, crisis de ansiedad, estado de ánimo depresivo, duelo por fallecimientos, violencia de género o intragénero, autolisis, duelo migratorio, claustrofobia, conciliación familiar o reformulación del proyecto migratorio son los casos más frecuentes en la atención tanto de solicitantes de protección internacional como de personas migrantes en riesgo de exclusión, como de otras personas que se han sumado a los servicios de la ONG. La entidad ha realizado 750 intervenciones en los últimos meses. “La frustración creada por la obligada reformulación de su proyecto migratorio es complicada de abordar y difícil de explicar”, aseguran en el área.

Mientras tanto, desde Inclusión Social han registrado un notable incremento de atenciones por cobertura básica de alimentación, con las derivaciones a los servicios pertinentes. Se ha visibilizado el empleo sumergido y las personas en situación irregular que cuentan que han perdido su medio de ingreso y antes, por temor a perderlo, no lo decían.

La brecha digital en estos momentos es crucial y ha impedido a muchas personas acceder no solo a formación y ofertas de trabajo sino también a ayudas y otro tipo de atenciones virtuales que se brindaron, especialmente en el confinamiento más estricto. Han aumentado las solicitudes de retorno voluntario a sus países y ha habido seguimiento a situaciones de violencia intrafamiliar. El temor a acudir a centros de salud hizo que algunos cuadros médicos de personas con las que habitualmente trabaja CEAR empeorasen.

Desde los servicios jurídicos de CEAR, desde el inicio del estado de alarma se prosiguió con el trabajo que se venía realizando de forma telemática y telefónica. Se pudo dar seguimiento a los procedimientos iniciados y se trató de mantener las charlas informativas en grupo en los dispositivos de acogida, así como entrevistas individualizadas de todos los usuarios de los espacios de acogida de CEAR. Se incorporaron valoraciones de nuevas personas. Además, el apoyo jurídico se extendió a diferentes áreas de la entidad y se ha mantenido el asesoramiento a diferentes entidades y administraciones en materia de extranjería y asilo, así como reuniones virtuales y comunicaciones con otras organizaciones que trabajan con el mismo colectivo de personas. En comunicación diaria con el servicio de primera orientación a las personas que llegan a CEAR, el número de intervenciones ha ascendido a más de 800.

Procesos interrumpidos

En el área de Empleo el desempeño en diferentes líneas de trabajo ha sido constante, con el equipo volcado en apoyar a las personas. 104 nuevas personas han creado un nuevo itinerario de empleo y formación y se han acercado a CEAR por primera vez, aunque durante estos dos meses se han atendido a unas 300 personas en el área. El ver interrumpidos, paralizados y/o suspendidos sus procesos formativos supone una limitación de sus posibilidades de inserción sociolaboral, señala la ONG.

El inicio del estado de alarma “ha sido un punto de inflexión para muchas personas”. Todas aquellas que estaban alcanzando un punto de estabilidad laboral se han visto forzados a un ERTE que no resta incertidumbre a su futuro. Salvan la situación, pero este no se presenta alentador. Las que acababan de conseguir empleo, en su mayoría, han visto que no “superaban el periodo de prueba” quedando nuevamente desempleadas y, además, sin perspectivas de volver a conseguir empleo pronto. Las personas que están aún a la espera de poder obtener un permiso de residencia y trabajo quedan completamente fuera de todo sistema de protección, contando únicamente con el muy limitado apoyo de instituciones no gubernamentales y la solidaridad de los vecinos y vecinas.

En cuanto a la Acogida Temporal de Asilo, Primera Acogida y Acogida Humanitaria se han mantenido las plazas que dispone y gestiona la Comisión Española de Ayuda al Refugiado en Canarias, ubicadas entre las Islas de Gran Canaria y Tenerife, en Santa Lucía, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. En total, son 78 plazas de Acogida Humanitaria, 329 de Primera Acogida y 71 de Acogida Temporal de Asilo.

Desde Incidencia y Participación Social se han gestionado más de 50 entrevistas y ofrecido servicio estadístico para contextualizar y analizar la ruta migratoria, al tiempo que se han mantenido las redes con otras organizaciones sociales y administraciones públicas activas, sirviendo estas de canal de comunicación y coordinación para la atención a las personas en situación de vulnerabilidad, así como para planificar estrategias de acción y visibilización a corto y medio plazo.

Por último, en el área administrativa, un equipo compuesto por 12 personas, han conseguido garantizar todas las ayudas destinadas a personas beneficiarias, las gestiones con proveedores para evitar interrupciones de suministros que se requerían tanto para las personas con las que trabaja CEAR como para el desempeño de la propia actividad que desarrollamos.

“Mantener la intensidad de nuestro trabajo y atención a las personas de nuestros colectivos, así como poner en marcha la determinación necesaria para adaptarnos de forma rápida y sostenible al cambio que ha supuesto trabajar y acompañar los procesos de acogida e inclusión de manera distinta han sido nuestros principales objetivos durante este tiempo”, concluye Juan Carlos Lorenzo, coordinador territorial de CEAR Canarias.

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