Los animales, en tercer lugar y sin plan de evacuación en los incendios forestales

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

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Diez mil hectáreas de campo convertidas en cenizas, 9.000 personas evacuadas, diez municipios afectados por el fuego. El incendio ocurrido en Gran Canaria el pasado 17 de agosto devastó parte de la Isla, más de un 8% de su superficie quemada y, aunque aún no se conocen con precisión los daños económicos, a muchas familias les va a costar recuperarse de esta catástrofe. Sin embargo, y a pesar de la transparencia en la información por parte de las instituciones públicas a lo largo de los cuatro primeros días, en escasas o en ninguna ocasión se habló de los animales, víctimas indiscutibles de este desastre. Son los terceros en el orden de prioridades de evacuación y lo cierto es que no existe un protocolo de actuación específico para ellos, desafortunadamente la improvisación puede jugar malas pasadas. 

Aún se desconoce el número de animales afectados de forma directa o indirecta por los últimos incendios de Gran Canaria. Muchos de ellos perdieron la vida, otros arrastran las consecuencias de estar expuestos durante un largo tiempo al humo o de tener que trasladarse junto a sus dueños a los espacios habilitados para huir del fuego. De algunos no se sabe nada desde que sus familias huyeron de sus casas. Algunos de los ayuntamientos de los municipios afectados han comenzado a realizar un inventario para conocer realmente esos datos. 

Airam Rivero es un ganadero de la cumbre de Gran Canaria, y junto a su mujer, Esmeralda Santana, es propietario de la Quesería el Cortijo de Daniela. Cuando vio la humareda del tercer incendio en la cumbre no se lo creía. No quiere ni recordar los tres días tan duros que pasó cuando vio que el fuego llegaba a sus corrales. Solo salvó la vivienda y el coche, las llamas arrasaron con todo lo que vieron a su alcance. “Parecía una maldición, el fuego siempre venía detrás de mí”, recuerda el joven. 

Junto a uno de sus trabajadores salió de sus propiedades, en el Monte Pavón, hacia el Cortijo de Caidero, donde un amigo le ofreció su casa y sus corrales. Cuando se había asentado en el lugar vio cómo las llamas se volvían a aproximar, de nuevo en marcha hasta el campo de fútbol del mismo barrio. “Estaba allí y el personal del ayuntamiento me decía que el fuego allí no llegaba”, recuerda, pero llegó. Así, tuvo que salir huyendo hasta el campo de fútbol de El Saucillo, a donde llegó el lunes por la mañana. Los ganaderos recorrieron todos esos trayectos caminando junto al gran rebaño de ovejas. “Imagínate cuántos sacrificios he pasado, mejor ni acordarme”, cuenta. 

Ahora mismo se encuentra en la zona de El Pico de Las Nieves, en unos terrenos cedidos por el Cabildo insular y por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. “Estoy donde único no hay nada quemado, adaptándonos nosotros y los animales a la nueva localización”, señala. 

De momento no ha cuantificado las pérdidas ocasionadas por el fuego, pero calcula que en material solamente ha perdido unos 9.000 euros. En el transcurso perdió unas ocho o diez ovejas, aunque algunas de ellas llegaron de nuevo a su antigua casa, dos de ellas murieron en el camino y una abortó las crías, probablemente a causa del estrés. 

“Ahora veremos, tenemos un problema que hay que ir solucionando poco a poco, cuando empiecen a partir en octubre calcularemos los daños, y las pérdidas reales las notaré en marzo o abril, viendo los kilos de queso que faltan”, lamenta. El joven solo tiene palabras de agradecimiento para las personas que lucharon contra el fuego, “gracias a como actuaron no pasó nada tan grave”, apunta. “Esto ocurre en otro sitio y se quema la isla entera”. 

Sobre el plan de actuación de los animales opina que se debe pensar fríamente. “Nadie quiere a los animales más que yo, que vivo de ellos, pero imagínate que el fuego entre por las casas de un pueblo como Fontanales, Moya o Artenara, puede ser un desastre”. “Yo creo que hay que tener mucho cuidado, limpiar más y dejar que los ganados limpien”, reitera. 

Un plan de evacuación animal

El presidente del Colegio de Veterinarios de Las Palmas, Enrique Rodríguez, cree que frente a este tipo de catástrofes es fundamental contar con un plan de evacuación de animales. “Por supuesto que estamos de acuerdo en preservar antes que nada las vidas humanas y sus viviendas y entornos, pero una cosa no excluye a la otra. La existencia de un plan de evacuación no entra en conflicto con las prioridades, es una actuación simultánea”, sostiene. 

Rodríguez comenta que las consecuencias del incendio son fatales para las personas que viven de los animales. “Esta gente suele vivir con una economía justita, no es una actividad muy lucrativa y cualquier daño a la economía les afecta por todos sitios”, resalta. Hay una pérdida directa de la producción por el daño, por la pérdida del entorno de los animales, por el estrés, por heridas, quemaduras…, enumera. Muchos animales se quedaron solos, sin ordeñarse y presumiblemente tienen mastitis, infección de ubres, problemas cardiorrespiratorios por la inhalación de humo. Además, a muchas personas se les estropeó el queso los días que estuvieron evacuados, insiste. 

El presidente de los veterinarios explica que en España el gremio no está integrado en la estructura de Protección Civil, por lo que no pueden entrar en las zonas de conflicto, algo que cree “necesario” para poder atender a los animales in situ. Rodríguez considera que se debe elaborar un censo de los animales en las zonas que están expuestas a cualquier tipo de catástrofe, un listado de recursos de los que se pueden disponer, lugares donde alojarlos… “Encontrar o improvisar un sitio donde atender a los animales en medio de un desastre es muy complicado, tienen que estar previamente establecidos”, insiste. 

Desde el Colegio de Veterinarios se espera que “aprendamos de los golpes” y poder reunirse con las diferentes instituciones para incluir dentro de la planificación y del organigrama, tanto las actuaciones veterinarias como las vías y sitios de evacuación de los animales en caso de catástrofe. “La solidaridad es maravillosa, pero es un riesgo. Muchas personas que estaban peleando contra el fuego en primera línea se han ocupado, además, de rescatar animales y de salvarlos, es impresionante pero muy peligroso”, subraya. 

El responsable de la plataforma Leales.org, Alejandro Molina, considera que el problema es que existe una “insensibilidad generalizada” debido a la falta de información. “Se dedican primero a las evacuaciones de las personas y segundo a dirigir a todos los medios a los alrededores de las casas; a los animales ni se les nombra”.  “No se dan cuenta de que hay personas para las que sus animales son su medio de vida, se quedan sin ellos y se van al paro”, recalca.

Molina insiste en que el protocolo de evacuación de los animales debe ser “primordial”. “En muchos polideportivos o instalaciones que se crearon para las personas evacuadas había espacios para las personas, pero no para sus animales, hay gente que durmió bajo las carpas para no separarse de ellos”, asegura.

 “El tema es muy amplio y todos tenemos la culpa de que no se gestione de la mejor forma”, manifiesta. “Las protectoras por no informar bien a los políticos y los medios de comunicación por no hacer sensible el problema, por no darle visibilidad”, sentencia Molina.