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Caso Yéremi: 14 años de búsqueda y una investigación estancada

El pasado 10 de marzo se cumplieron 14 años de la desaparición en Gran Canaria del niño de siete años Yéremi Vargas. Aquel día fue visto por última vez mientras jugaba con otros menores en un descampado a pocos metros de su casa en Vecindario, en Santa Lucía de Tirajana. Se inició entonces una búsqueda incansable que ha ocupado la actualidad informativa con cada novedad o giro en los acontecimientos.

Sin embargo, pese al trabajo de las fuerzas de seguridad no se ha logrado esclarecer qué ocurrió aquel día ni qué fue del pequeño, y el caso acabó cerrándose.

Su madre, Ithaisa Suárez, y el resto de su familia, ha pedido la reapertura del caso en diversas ocasiones. En marzo aseguró que se estaba “a punto” de poder reabrir la investigación porque la familia tenía nuevos documentos que posibilitarían su continuación por la vía judicial. Ithaisa dijo entonces que la nueva información era más sólida que hasta el momento y destacó que los agentes de la Guardia Civil que han llevado a cabo el procedimiento de investigación “siempre” han estado con la familia y mantienen la amistad.

Hipótesis de la desaparición de Yéremi

La investigación, que no ha cesado pese al cierre del caso, dio un giro importante en marzo de 2012 cuando la Guardia Civil anunció que tenía nuevos datos sobre un vehículo y ropa del menor. Pidió entonces la colaboración ciudadana esperando que se pudiera mantener viva la investigación a partir de algún detalle proporcionado por los vecinos.

Ese año, la Benemérita trabajó sobre varias hipótesis: una venganza familiar, tráfico de seres humanos, pederastia y tráfico de órganos. Se investigó a 195 personas acusadas de pederastia, menores de 65 años y con delitos sobre niños menores de 15 años, a 15 presos acusados por estos mismos delitos y a varias personas de la isla vinculadas a este tipo de delitos.

Ya en junio 2016, la Guardia Civil localizó a un sospechoso de la desaparición y posible homicidio de Yéremi. Se trataba de Antonio Ojeda “El Rubio”, que se encontraba en la prisión en Algeciras (Cádiz) desde 2015 por abusar sexualmente de otro menor. A finales de ese mes, el sospechoso fue trasladado hasta la cárcel de Juan Grande, en el sur de Gran Canaria, y compareció ante el juez al mes siguiente. Sin embargo, se negó a declarar y a ofrecer muestras de ADN.

Tras varios meses en la cárcel, un compañero de celda de “El Rubio” dijo que este le había contado cómo un vecino acabó con la vida del menor y quemó su cuerpo, algo que el acusado negó posteriormente. Poco después Antonio Ojeda fue condenado a cinco años de prisión por una agresión a otro menor que jugaba en una calle de El Doctoral, unos hechos ocurridos en 2012. Tras cumplir esa condena, Ojeda fue puesto en libertad en marzo de 2020.

En ese momento, otro compañero de prisión contó que tras conocer esta sentencia, Ojeda se hundió y dijo que el caso de Yéremi “se le había ido de las manos” y que tuvo que “desaparecerlo”.

Sin embargo, el Juzgado de Instrucción número 2 de San Bartolomé de Tirajana, que se ocupaba del caso desde el día de la desaparición del pequeño, finalmente consideró que no existían pruebas ni indicios sólidos que incriminasen a “El Rubio”. Fue entonces cuando se archivaron las diligencias abiertas contra él.