La perspectiva de género comienza a abrirse camino en el diseño de las ciudades

Imagen de archivo de una calle sin visibilidad.

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

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“Las mujeres somos especialistas en seguridad, caminamos por la calle a la hora que sea y en cuanto hay unas mínimas condiciones de inseguridad lo captamos antes que nadie”. Es una de las realidades a las que hace referencia Elsa Guerra, arquitecta del estudio Arquitectura Anca, al hablar de las ciudades y la ausencia del planteamiento feminista a la hora de realizar su diseño. Aunque cree que es un tema que está “un poco atrasado”, asegura que ya se está viendo un cambio en las propuestas y se comienza a abrir camino para introducir la perspectiva de género en los proyectos de espacios públicos. La iluminación, el nivel de vitalidad de las ciudades, el nivel de mezcla de funciones y que no haya lugares deshabitados o vacíos a determinadas horas del día son algunos de los aspectos que se están trabajando e intentando introducir como criterios que tienen que ser básicos.

La profesional cree que a diferencia de la accesibilidad universal -ya está regulada, legislada y tiene un camino- el tema de la integración de la perspectiva de género y la seguridad no está bien desarrollado en todos los aspectos que tiene que aplicarse. Si bien es cierto que la Ley del Suelo -el principio básico en el ámbito del urbanismo en Canarias- hace referencia a que la ordenación del suelo deberá atender y respetar la igualdad de género, así lo refleja en alguno de sus artículos: “la intervención pública en relación con la ordenación del suelo deberá atender y respetar el principio universal de igualdad entre hombres y mujeres”, es todavía un tema en el que hay que hacer un gran trabajo de fondo y educar a las nuevas generaciones en base a estos principios.

Uno de los lemas más coreados en los diferentes encuentros con motivo del Día Internacional de La Mujer -8 de marzo- o el Día Contra la Violencia de Género -25 de noviembre- viene a demostrar los desafíos a los que cada día se enfrentan millones de mujeres en el mundo para emprender el camino de vuelta a casa. ‘La noche y la calle también son nuestras’, con un canto unísono vienen a decir que quieren caminar libres por las calles, sin tener miedo a la falta de iluminación, a los portales oscuros, a las esquinas en penumbra o a los miles de recovecos que esconden las ciudades. Y es que el “avisa cuando llegues” o “te llamo hasta que estés segura” se han convertido en una de las despedidas clásicas para una mujer cuando su única opción es volver sola hasta su vivienda.

La arquitecta explica que en el ámbito del urbanismo feminista hay una serie de aspectos que afectan al diseño de las plazas, de las calles, de las viviendas… a la propia ordenación de la ciudad. “Lo peor que le puede pasar a un espacio que tienes que recorrer es que esté vacío, que no haya gente, que nadie te oiga…” Resalta la importancia de esta arquitectura en la que son protagonistas todos los elementos de porque “toca” con el resultado de una sociedad patriarcal “más bestia y menos asumible”, en referencia a la violencia de género y la inseguridad de las mujeres.

Guerra insiste en que las mujeres tienen “agudizado” el sentido de la seguridad y no solo en atención a ellas, sino por empatía hacia los demás. Históricamente son quienes se han hecho cargo de los cuidados a las personas dependientes, personas con discapacidad, niños y niñas… “Hoy en día, en un porcentaje elevadísimo estas personas están al cuidado de las mujeres, por lo tanto, la seguridad para nosotras es un tema muy central”, expone. Aunque el objetivo debe ser erradicar este problema desde la base, la solución más inmediata es la de introducir la perspectiva de género en el diseño de las ciudades.

La profesional recuerda que ciudades como Montreal o Toronto, en Canadá, hicieron un trabajo “muy importante” en los años 80 que se han convertido en referencia internacional. Este proyecto se refleja en una serie de medidas que vienen a concluir que para que una mujer esté segura en un lugar tiene que ser vista y ver, ser oída y oír. “Eso no es algo que tengan que elegir las personas, sino que debemos tener en cuenta cuando ordenamos las ciudades y diseñamos el espacio público”. “Yo ahora mismo como arquitecta tengo la responsabilidad de que si me toca hacer un parque, un paseo peatonal o una calle, hay una serie de aspectos que tengo que valorar”, cuenta.

Cree que son aspectos que en un momento determinado no se pensaban, pero que en la actualidad se están poniendo sobre la mesa con un alto grado de detalle y, aunque tardará en generalizarse, ya se están hablando en todas las instituciones y en los equipos profesionales. Guerra afirma que los barrios residenciales son los que plantean más problemas de seguridad, sobre todo al terminar el horario comercial, cuando se convierten en espacios silenciosos y de poca actividad. En contra, las áreas centrales cuentan con muchas ventajas, el hecho de que sean núcleos de las ciudades hace que haya tiendas, bares, restaurantes… por lo que hay vida y gente durante casi todo el horario diario.

Entre las soluciones que se plantean están el fomentar los equipamientos de proximidad, que haya lugares donde pueda haber centros de día para las personas mayores, lugares para niñas y niños, gimnasios, tiendas… “De tal forma que tu vida cotidiana puedas resolverla relativamente cerca, no tengas que hacer grandes recorridos”. “Realmente si hubiese equipamientos de todo tipo podríamos tender a evitar que grandes zonas se quedaran sin vida a ciertas horas”, manifiesta

‘La parada a demanda’, iniciativa de Guaguas

Esta semana, la compañía de transporte público del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Guaguas Municipales, anunció que en los próximos meses se implantará la iniciativa de ‘la parada a demanda’ para mujeres y menores de 18 años con el objetivo de garantizar la seguridad vial y dar un paso más en la lucha contra la violencia de género. La medida se aplicará como prueba piloto a partir de las 23.00 horas en los servicios nocturnos de fines de semana para más adelante ampliarla a los servicios de medianoche.

La arquitecta celebra esta iniciativa por parte de la compañía municipal y asegura que ya se ha implantado en otras ciudades con mucho éxito. Cree que el hecho de que la guagua te pueda dejar lo más cerca posible de tu casa y que solo se pueda bajar la persona por la puerta del conductor, sin que lo haga nadie detrás, es un paso “muy importante” en el camino hacia la seguridad y la igualdad en la ciudad.

El callejero de las capitales “es el resumen de una sociedad patriarcal”

La fotografía del callejero de las dos capitales canarias pone de manifiesto el desequilibrio que existe y ha existido a lo largo de la historia en la representación de hombres y mujeres. Solo seis de cada cien calles tienen nombre de mujer. La arquitecta cree que es el resumen de una sociedad patriarcal en la cual “hay una jerarquía en la que encima están los hombres y son los que tienen determinados tipos de privilegios”. Considera que hay que hacer un esfuerzo por incrementar ese número porque “son las referencias”, sobre todo para las generaciones futuras. “El hecho de que una calle se llame con nombre de mujer significa reconocimiento a una vida, a una trayectoria profesional o a una experiencia vital, por tanto, es un ejemplo y referencia para las niñas. Si sus referentes solo son masculinos, es un obstáculo para su propio desarrollo en libertad”, sentencia.

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