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Usar y tirar

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José Miguel González Hernández

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El campo de la estadística tiene que ver con la recopilación, organización, análisis y uso de datos para tomar decisiones razonables. Al querer recoger datos relativos a las características integrales, suele ser imposible o poco práctico observar todo el grupo, para lo cual se escoge una muestra representativa. Si una muestra es representativa de una población, es posible inferir importantes conclusiones sobre la población a partir del análisis de la muestra.

Por ejemplo, supongamos que la duración de unas bombillas de 100 vatios que fabrica una empresa sigue una distribución normal con una desviación típica de 120 horas. Su vida media está garantizada durante un mínimo de 800 horas. Se escoge al azar una muestra de 50 bombillas de un lote y, después de comprobarlas, se obtiene una vida media de 750 horas. Con un nivel de significación de 0,01, ¿habría que rechazar el lote por no cumplir la garantía?

Para solucionar el problema utilizaremos el contraste de hipótesis unilateral para la media, donde colocamos dos conjeturas: una donde las bombillas de la muestra duran al menos 800 horas y otra donde no se alcanza dicha cifra. Aplicando la fórmula pertinente relacionada con la región de aceptación de las posibilidades, debemos constatar el rechazo del lote correspondiente al no cumplir con las exigencias propuestas en la garantía debido a que la región de aceptación tiene un valor mínimo de 760,46, dejando excluido del conjunto la vida media de 750 horas explicitada.

No obstante, pudiera ser que el manual del fabricante indicara una cosa y otra bien distinta su código fuente de programación en lo que a la obsolescencia programada se refiere. Y la cosa, entonces, en bien distinta porque ya no estamos hablando de un error muestral o simplemente de un defecto técnico. Estamos hablando de condicionar la renovación de determinados bienes que consumimos con el fin de potenciar los procesos de compra, una vez establecida la necesidad.

Ya estamos tardando en generar controles que minimicen el impacto, habida cuenta que se toma una dirección diametralmente opuesta a la denominada economía circular, en la que se intenta no solo incrementar la duración de los bienes como signo de calidad, sino la transformación de los desechos en patrimonio. Es cierto que la economía analiza cómo gestionar los recursos escasos de forma eficiente en mercados perfectos con información simétrica. Y, además, no sobra nada, llevando a cabo una trayectoria lineal. Pero otra cosa bien diferente es acelerar la escasez.

Por ello hay que apostar por implementar una forma diferente en el concepto de consumo, dándole forma circular y no lineal. A partir de esta idea se puede ver cómo los residuos se convierten en recursos. De esta forma, en una economía circular, al contrario de la basada en el principio de usar y tirar, el ciclo de vida de los productos se extiende gracias a un mejor diseño que facilita su readaptación más allá de la depredación natural al que se encuentran sometidos.

*Economista

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