Provocados, sin duda

Sobre el terreno, los expertos sospechan cada vez con mayor intensidad que los incendios están siendo provocados de manera criminal por alguien que quiere infligir daño prendiendo fuego en lugares que obligan a las cuadrillas a dispersar sus esfuerzos. El ejemplo más palmario se produjo el sábado pasado, cuando el incendio de La Gomera se reavivó hasta alcanzar el nivel destructivo por todos conocido. A las 14.40 horas de ese día, de repente, se detectó fuego en Alajeró, en el barrio de Las Paredes. A las 17.10, cuando las cuadrillas no habían acabado con ese conato, empezó a arder el pago de Los Manantiales, en Vallehermoso, municipio limítrofe del anterior. Los efectivos se dividieron para atender ese nuevo frente que, solo veinte minutos después, a las 17.30, tenía una réplica a unos pocos kilómetros, también en Vallehermoso. La Guardia Civil anda tras la pista de este pirómano y, según personas conocedoras de esas investigaciones, manejan muchos datos que más pronto que tarde conducirán a la detención de algún que otro sospechoso. Por eso fueron tristemente desafortunadas las declaraciones de Rivero, que si bien podrían justificarse en su intento de transmitir esa frustración de falta de resultados policiales a los canarios, fueron injustas y generaron entre los investigadores de la Guardia Civil un cabrero sordo y muy benemérito. A él respondió de manera aún más desafortunada la delegada del Gobierno, Mari Carmen Hernández Bento, aliviando sin pretenderlo la metedura de pata del presidente autonómico.