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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

El río que nació para morirse de sed

La mayoría de los ríos van a morir al mar, a otro río más grande o a un lago. Pero hay un par de cauces revoltosos e insumisos a los convencionalismos que se empeñan en llevar la contraria a los postulados clásicos de la geografía física. El Río Okavango es uno de ellos; quizás sea el más surrealista de todos. Nace normal aprovechando las umbrías y precipitaciones de lluvia que se producen en la verde Meseta de Bie, en el centro de Angola. Pero a diferencia de otros vecinos, este Okavando no busca con ansia las costas del Océano Atlántico o las del Índico. No. El río enfila de manera directa y decidida el sur en busca de las arenas ardientes del Desierto de Kalahari, en Botswana. Es algo así como un suicidio, porque el río nace para ir a morir de sed; para desaparecer tragado, literalmente, por las arenas.

Pero es una muerte bella; una de las más hermosas de esta África siempre sorprendente llena de rincones mágicos. Y el Delta del Okavango es uno de estos lugares tocados con la gracia de los grandes espacios africanos. El agua, que fluye hacia el corazón de uno de los lugares más áridos del mundo, forma una enorme llanura inundable que supera los 22.000 kilómetros cuadrados y que forma uno de los ecosistemas más peculiares y bellos del planeta. Agua, calor, sol… El resultado es un paraíso natural que atrae una de las concentraciones de gran fauna salvaje más grandes del mundo. Un lugar que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad en 2014.

La mejor época para visitar este impresionante Parque Nacional coincide con la época seca. Entre los meses de mayo y octubre, el nivel de las aguas desciende y se forma una red de riachuelos, pequeñas lagunas y pantanales que concentra a la mayor parte de los animales. El que quiera ver el delta en todo su esplendor vegetal deberá elegir el tramo que va desde noviembre a abril; es la mejor época para ver enormes concentraciones de aves acuáticas y disfrutar de plácidas jornadas de navegación por el laberinto de aguas y cañizales; pero será mucho más difícil irse a casa con los siete magníficos en las memorias de la cámara de fotos. No es imposible, claro está, pero la temporada seca reduce los abrevaderos naturales y obliga a los grandes animales a transitar los mismos caminos; por eso, la temporada alta en Okavango coincide con los meses en los que el agua escasea.

Siete magníficos. En el parque hay infinidad de animales salvajes, pero los viajeros y viajeras llegan al lugar en busca de siete especies de grandes animales que son un resumen bastante aproximado de la fauna continental subsahariana. Y de entre todos destacan los que, según los guías locales, son los únicos leones nadadores de África. Los leones del Okavango también son famosos por su corpulencia. El medio les ha impuesto numerosas barreras para cazar impalas y gacelas, sus presas preferidas; una de las mayores poblaciones se concentran en la Isla de Moremi. Son el vértice de la cadena alimenticia de la zona. Depredador por antonomasia que comparte el rol de especie dominante con otros animales como los leopardos, los guepardos o los licaones (una especie de perro salvaje que cazan en grupos extremadamente coordinados). Ver a los grandes depredadores del Okavando es difícil y todo depende de la pericia de los guías locales y de ser pacientes; pueden mediar varias horas de espera; caminatas; largas travesías en canoas. Pero merece la pena.

Mucho más sencillo es quedarse boquiabierto ante el paso de alguna manada de elefantes, una de las especies más abundantes del parque y verdadera insignia local. Se los suele ver a orillas de los canales, allí donde la vegetación es abundante y accesible. Se mueven despreocupados, como los escasos hipopótamos que aún pueden verse en el lugar. Seguros tras la protección que les da su enorme tamaño. Otro vecino esquivo es el rinoceronte; hace escasos años se reintrodujo el rinoceronte blanco, que se concentra en Chief Island (Reserva de Moremi) mientras que el rinoceronte negro, en franco peligro de desaparición, es muy difícil de ver. Mucho más abundante es el búfalo negro, una de las presas preferidas de los leones nadadores del delta. Y también es un verdadero paraíso para las aves de entre las que reina la espectacular Águila Marcial.

Los 22.000 kilómetros cuadrados del delta son espectaculares, pero los destinos preferidos por los viajeros y viajeras son la Reserva de Moremi, la Reserva Makgadikgadi y las colinas Nxai Pan y Aha, que son tres zonas donde se concentra la mayor parte de la fauna. Pero el parque es mucho más que una colección impresionante de animales. Las Colinas de Tsodilo (Acceso desde la ciudad de Ncamasere al norte del delta) es una de las mejores muestras del arte rupestre africano. Desde hace más de 24.000 años, las paredes y abrigos rocosos de este pequeño sistema montañoso son el lienzo donde los bosquimanos han dejado más de 50.000 pinturas rupestres. El lugar es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Pequeña guía útil del Delta del Okavango

Cuándo ir: La mejor época, para poder ver con más facilidad a los grandes animales, es durante la temporada seca, esto es, entre los meses de mayo y octubre. En esta época, las temperaturas son suaves durante el día (en torno a los 25 grados centígrados) y frescas durante la noche (15 grados) con posibilidad de alguna madrugada fría. Entre noviembre y abril hace más calor y sube muchísimo el índice de humedad.

Cómo llegar: En avión hasta la ciudad de Maun. Las compañías South African Airways, Air BotswanaAir NamibiaJet Blue Airways conectan varios destinos africanos con la ciudad de Maun, puerta de entrada del Delta del Okavango. Las mejores combinaciones son desde Ciudad del Cabo y Johanesburgo, en Sudáfrica, y Kasane y Gaborone, en la propia Botswana. Hay varias empresas que conectan Johanesburgo con la Ciudad de Maun a través de Gaborone. Otra opción es desde la ciudad namibia de Ghanzy.

Una parada en Maun: La mayoría de los viajeros que planean una aventura al Delta del Okavango se acercan a este imponente espacio natural a través de la ciudad de Maun, considerada la puerta del delta. Situada en el sur, ya en pleno Desierto del Kalahari. Desde ahí se pueden contratar las excursiones al interior del parque. Para comer, un clásico es el Hilary’s (Dirección: C/ off Mathiba, 1) con sus famosos sándwiches y ensaladas. Una opción más exclusiva es el French Conection (Dirección: Mophane Rd sn; Tel: 680 06 25).

Inseguridad: El Delta del Okavango es un lugar seguro. En la ciudad de Maun hay que comportarse con sentido común y no alejarse de las calles céntricas por las madrugadas. Pero es una ciudad muy segura. Ya en el delta hay que seguir escrupulosamente las indicaciones de los guías para evitar accidentes o algún encuentro inesperado con la fauna salvaje del parque.