Análisis

El Mundial femenino de fútbol que no quería comprar ninguna cadena y acabó siendo un fenómeno de audiencias

La selección española, ganadora del Mundial femenino de fútbol

Marcos Méndez

El Mundial femenino de fútbol 2023, celebrado en Australia y Nueva Zelanda, no sólo ha supuesto un éxito deportivo sin precedentes para España con su primer campeonato, sino que también cambiará para siempre la forma en la que es visto por la televisión y las empresas audiovisuales al convertirse en un éxito de audiencias.

La final España-Inglaterra disputada este domingo, que acabó con el triunfo de la selección española gracias al gol de Olga Carmona, ha dejado un gran titular de audiencias que atestigua ese éxito: fue el partido de fútbol femenino más visto de la historia de España, con 65.7% de cuota y 5.599.000 espectadores. Ampliando el contexto, el mejor dato de share lo marcaba hasta ahora el 45.4% de la semifinal del pasado martes ante Suecia (por lo tanto se ha batido a sí mismo dentro de la misma competición). Y el de espectadores, los 3.056.000 que consiguió la prórroga de otro España-Inglaterra, el de los cuartos de final de la Eurocopa 2022.

La final del Mundial femenino, aunque beneficiada por su horario de emisión, fue el partido con mayor cuota del año en La 1 de TVE tanto femenino como masculino, y el tercero en número de espectadores sólo por detrás del Madrid-Barça de la ida de semifinales de la Copa del Rey (6.000.000) -así como de su prórroga (6.417.000)-; y de los penaltis de la final de la Nations League entre España y Croacia del pasado 18 de junio (7.261.000), aunque también supera a ésta en los noventa minutos de tiempo reglamentario (5.230.000).

Los datos son históricos, y elevan las audiencias del fútbol femenino a un nivel que nunca antes habían alcanzado. La final de este domingo reunió más audiencia que la última final de la Champions League (31.6% y 3.629.000 para el Manchester City-Inter de Milán), que la última final de la Copa del Rey (39.5% y 5.326.000 para el Real Madrid-Osasuna) y que el Madrid-Barça de la vuelta de las semifinales de Copa (40.7% y 5.507.000).

Un éxito de audiencias que casi no tiene televisión

Todo este éxito pudo no haber sido, porque nadie quería sus derechos de televisión. Al menos eso es lo que vendió la FIFA, y es que en realidad sería más correcto decir que ninguna cadena quería pagar por sus derechos lo que pedía la FIFA.

En junio, tan solo un mes antes de que arrancase la competición el 20 de julio, el máximo estamento del fútbol denunció que el Mundial no había vendido sus derechos en Europa y directamente amenazó con no emitirlo, como exclamó su presidente Gianni Infantino: “Esta es una bofetada en la cara de todas las grandes jugadoras del Mundial y, de hecho, de todas las mujeres del mundo. Para que quede muy claro, es nuestra obligación moral y legal no vender por debajo de su valor el Mundial. Por lo tanto, si las ofertas siguen sin ser justas, nos veremos obligados a no transmitir el Mundial en esos cinco grandes países europeos”, dijo refiriéndose a España, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia; y sin darle una vuelta a lo incongruente de preferir que no se emita la competición antes de que lo haga sin pagar lo que el estamento exigía.

La misma línea de discurso siguió Fatma Samoura, secretaria general de la FIFA, que a través del diario El País también puso en la diana a las cadenas públicas de esos países exigiéndolas alcanzar el dinero que pedían: “La realidad es que mucha gente habla de igualdad, pero cuando viene el momento de poner el dinero en la mesa no hay mucho”. Además, la directiva sacó pecho del apoyo al fútbol femenino que había dado la FIFA, y reclamó el mismo trato de sus socios: “Queremos una cosa muy simple: que los esfuerzos que la FIFA está haciendo para equilibrar el futbol femenino con el masculino, sea algo que también hacen nuestros socios. El fútbol femenino no solo se puede desarrollar con la FIFA, para jugar necesitamos valorizarlo”.

La estrategia les funcionó, y se convirtió en presión social que hizo que los cinco ministros de deportes de esos países firmasen una carta conjunta prometiendo que “debido al gran potencial de la Copa del Mundo femenina y a las cuestiones deportivas y sociales que están en juego, consideramos que es nuestra responsabilidad movilizar plenamente a todas las partes interesadas, para que lleguen rápidamente a un acuerdo”.

La realidad, como siempre, era más bien económica. La FIFA se jugaba mucho con este Mundial femenino porque por primera vez subastaba sus derechos en solitario. Hasta ahora lo había hecho dentro de un “pack” con el Mundial masculino, pero gracias al desarrollo del fútbol femenino consideró que podía sacarle más tajada haciéndolo de forma individual. Acertó con los anunciantes, y no tuvo problema en encontrar patrocinadores; pero como siempre en estos casos, tuvo que apretar las tuercas a los operadores televisivos.

En resumen, la FIFA como vendedora quería sacar la mayor cantidad de dinero posible por los derechos del Mundial femenino. Realmente, como siempre en estos casos (sea FIFA, UEFA e incluso COI), nada nuevo, aunque sí era por primera vez en la competición femenina. Y al mismo tiempo, las cadenas como compradoras de los derechos querían pagar lo menos posible, por lo que dejaban correr el tiempo intentando que jugase a su favor para abaratar el precio, y además se justificaban en los malos horarios para Europa al disputarse en Australia y Nueva Zelanda, con un mal cambio horario.

Con las amenazas que ya hemos recogido, la FIFA rechazó ofertas de la BBC británica y la RTL alemana que ascendían a 4 millones de euros, siendo las únicas cantidades que se han conocido, descalificándolas por ser muy insuficientes. RTVE, que bajo la presidencia de Tornero fio su estrategia al fútbol y pagó 37,6 millones de euros por el Mundial masculino de Qatar 2022, unos 30 millones por la Copa del Rey hasta 2025, y un montante desconocido por la Eurocopa 2024, los derechos de la selección y otras competiciones, entre otras adquisiciones; no llegó a presentar oferta.

Unos días después, las presiones surtieron efecto y la situación se desbloqueó con un acuerdo FIFA-UER, que el propio estamento futbolístico anunció en su web. Era el 14 de junio, a un mes y seis días de iniciarse el Mundial femenino. La Unión Europea de Radiodifusión, de la que por lo general sólo nos acordamos por Eurovisión, permitió que las cadenas se uniesen y así adquirir los derechos en conjunto. Algo que fue valorado positivamente por la FIFA, que esta vez no entró en lo económico tras exigir recibir más dinero (y sin comunicar tampoco cuánto pagó la UER) y celebró que la competición sería “retransmitida en abierto a través de los canales de la UER en 34 territorios europeos”, y además que “este acuerdo de colaboración incluye el compromiso de la UER de retransmitir de forma regular contenido sobre fútbol femenino incluso después del torneo”. Todos salieron ganando.

Una nueva era en el fútbol femenino

El triunfo para la FIFA fue sacar más dinero por el Mundial femenino, como quería. Para las cadenas, al comprarlo de forma centralizada a través de la UER, pagar menos. Y para el Mundial femenino y en general el fútbol, que la competición se haya visto más y mejor (en más países y en abierto), y que además haya un compromiso por seguir fomentándolo. Repetimos: todos han salido ganando, también los aficionados y espectadores.

El fenómeno no sólo ha sido en España, donde como recogemos en la siguiente tabla y ya hemos dicho sus audiencias han sido históricas con un promedio del 42.9% de cuota y 1.322.000 espectadores en los partidos de la selección española, convirtiéndose en el Mundial femenino más visto de la historia. También lo ha sido en Reino Unido, y más lejos en Australia, por citar dos ejemplos a nivel global. Algo que supondrá una nueva era en los derechos del fútbol femenino, reforzando la posición de FIFA y UEFA a la hora de venderlos, y que a las cadenas no les importe rascarse más el bolsillo sabiendo que les otorga audiencias millonarias.

Los datos de audiencia detallados por la consultora Barlovento Comunicación hacen además crecer la esperanza por el perfil de los espectadores. Cierto es que mayoritariamente siguen siendo hombres sobre mujeres los que han visto a la selección femenina, pero la diferencia se recorta, y además el público más numeroso que vio el campeonato fue el de jóvenes de 13 a 24 años (55.6%), con una gran cifra también para los niños y niñas de 4 a 12 años (38.6%).

Cierto es, como defendían las cadenas europeas, que el cambio horario no ha dejado brillar a todo el torneo. Al disputarse partidos de madrugada o por la mañana, y no por la noche que es cuando más espectadores se reúnen ante el televisor, la mayoría de partidos no han concitado tanta atención como los de la selección española:

  • La 1, que emitió los 7 partidos de España y también la semifinal Australia-Inglaterra, ha sido la más beneficiada con un promedio del 41.5% y 1.356.000 en sus ocho emisiones.
  • La 2, sin partidos de España, ha mejorado su media aunque con datos menos importantes. La cadena ha emitido 5 partidos, con una media de 5.3% y 142.000.
  • Teledeporte ha ofrecido el grueso de los encuentros, hasta un total de 19 emisiones. Su promedio ha sido de 3% y 96.000, lo que sirve al canal para mejorar sus datos, pero queda lejos de ser competitivo a nivel general.

Es habitual que en todas las competiciones internacionales la presencia de equipos españoles o de la selección española garanticen un mayor seguimiento. De hecho, pasa igual en todos los países. Este Mundial ha conseguido que la selección femenina se convierta en un fenómeno de masas como hasta ahora nunca había sido, y ahora el deporte tendrá que intentar enganchar más al público para que no se resuma sólo en la selección, sino que alcance a todo el fútbol femenino.

Etiquetas
stats