Al ciudadano le explicaron que la norma emanaba de la directora de la oficina de empleo, que quería evitar posibles falsificaciones, y que debe echar de menos hasta la políza de cinco pesetas y el famoso vuelva ustede mañana. Según estas normas, el personal parado no tiene derecho a tener domiciliadas sus cosas y sí la obligación de guardar cola en los bancos y pagar por ventanilla. Disconforme con las explicaciones, el ciudadano parado pidió hablar con la directora, que le recibió con muy malos modales y el recurso a la Ley de Procedimiento Administrativo, que según ella, le permite dictar este tipo de normas. La discusión se fue tornando agria a medida que desaparecía el fondo del asunto para centrarse en los modales de la funcionaria, que en ningún momento ejerció de servidora pública y sí de represora de los derechos del ciudadano. Ser parado ya es una desgracia como para encontrarse encima con funcionarias así. Ah, ha habido queja formal, pero dado que depende de Águeda Montelongo, no le arrendamos las ganancias. A la queja.