Narvay Quintero dice que en Canarias entraron más de 80 plagas y exige un control “más férreo” en puertos y aeropuertos
El consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas, Narvay Quintero, ha informado de que en Canarias han entrado “desgraciadamente” más de 80 plagas que han hecho “estragos” en el sector agrario, y ha exigido un control “más férreo” en la vigilancia en puertos y aeropuertos.
Narvay Quintero proporcionó este dato en comisión parlamentaria después de que los diputados de varios grupos aludiesen a la entrada en las islas de especies foráneas que ponen en riesgo la supervivencia de las razas autóctonas de ganadería canaria.
En concreto la diputada del grupo Nacionalista Canario Guadalupe González Taño dijo que es absolutamente impresentable que sigan entrando plagas por puertos y aeropuertos, por lo que la Comunidad Autónoma tiene que seguir luchando para que se aumenten los controles fitosanitarios.
Francisco Déniz, de Podemos, afirmó que el pueblo canario tiene que saber además que “muchas empresas europeas están robando abejas” canarias, se las llevan a Suiza y Alemania y luego las venden a los apicultores isleños “en cajitas”.
Al respecto, González Taño dijo que el parásito de la verroa entró en La Palma porque alguien introdujo una abeja en una caja de fósforos, y la diputada socialista Ventura del Carmen Rodríguez advirtió también sobre el control en la entrada de estos animales.
Señaló al respecto que la abeja negra es autóctona pero está protegida en unas islas y en otras no, porque la decisión depende de los cabildos, y aludió a que por internet se puede comprar una cajita con abejas que entran en Canarias sin control ni registro “y pueden invadir y eliminar lo que tenemos aquí”.
El consejero coincidió en que “por desgracia” se ha producido la entrada ilegal de especies foráneas de abejas y añadió que el Gobierno coordina con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en un estudio sobre el genotipo de la abeja negra canaria para su consolidación.
Sin embargo, añadió, hay discrepancias entre los apicultores que crían esta abeja y las de otros tipos, y corresponde a los cabildos zonificar si quieren y en dónde desean acotar una zona dedicada exclusivamente a esta raza autóctona.
