Cómo se mide realmente el impacto mediático en la comunicación pública: más allá del recuento de menciones

MMIAnalytics / Redacción

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En la comunicación institucional existe una convicción que todos los profesionales comparten: medir el impacto mediático es tan importante como emitir el mensaje. Sin embargo, alcanzar una medición precisa sigue siendo uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los gabinetes de prensa. Durante años, el impacto ha sido evaluado a partir de recuentos de menciones y observaciones parciales, una metodología que, en un ecosistema mediático tan fragmentado como el actual, deja fuera matices esenciales. Hoy, con la irrupción de herramientas basadas en IA, los gabinetes están revisando qué significa exactamente medir y qué deben tener en cuenta para interpretar con rigor qué ha ocurrido con una nota de prensa.

El error más extendido —y más difícil de corregir— es confundir cantidad con impacto. Durante mucho tiempo se ha considerado que una nota con varias menciones en distintos soportes había funcionado mejor que otra con menos apariciones. Este criterio, razonable a simple vista, deja de serlo en cuanto se examina cómo consumen información los ciudadanos. Una sola aparición en televisión autonómica, por ejemplo, puede generar más atención que cinco menciones dispersas en emisoras locales o en medios digitales de alcance limitado. La calidad del soporte, la franja horaria y el contexto dentro del informativo alteran de forma significativa la percepción pública del mensaje. Medir únicamente por número es ignorar los elementos que realmente modifican el comportamiento informativo.

Otro problema habitual es la falta de contexto. Saber que una organización apareció en un programa no basta para comprender el impacto real de esa aparición. Los gabinetes necesitan conocer el fragmento exacto en el que se menciona la noticia, el tono con el que se presenta y la información que rodea a la cita. En la práctica, tres segundos de audio pueden cambiar por completo la lectura de la repercusión. Un mensaje que se esperaba positivo puede aparecer vinculado a un debate crítico; otro concebido como anuncio institucional puede integrarse en una pieza más amplia que diluye su relevancia. Sin acceso al contexto, la medición se queda en la superficie.

El tiempo también juega un papel fundamental. Las notas institucionales suelen tener un recorrido medio de entre uno y tres días en radio y televisión. Si el gabinete no dispone de información durante ese periodo, difícilmente podrá reaccionar, reforzar el mensaje o corregir enfoques. Muchos equipos llegan a la conclusión de que una nota no funcionó cuando, en realidad, la aparición se produjo en un horario que nadie tuvo la posibilidad de revisar o en un programa que no estaba en la lista habitual de seguimiento. Esta falta de inmediatez genera decisiones basadas en percepciones incompletas y dificulta la planificación estratégica.

La medición tradicional tiene otro límite claro: la falta de homogeneidad. Cada técnico conoce algunos soportes mejor que otros, revisa franjas distintas, registra las apariciones según su criterio o su experiencia y anota el impacto de maneras diferentes. Dos personas pueden observar el mismo informativo y extraer conclusiones distintas sobre la relevancia de una mención. La subjetividad, inevitable cuando el proceso es manual, provoca interpretaciones divergentes que complican la rendición de cuentas y dificultan la construcción de series históricas fiables.

En este escenario, la introducción de herramientas basadas en inteligencia artificial está cambiando la manera de medir. La aplicación de MMI Analytics, “¿Funcionó mi nota de prensa?”, representa un ejemplo claro de cómo se puede superar esta dispersión metodológica y avanzar hacia una medición más precisa. Su funcionamiento parte de una premisa fundamental: no inventar datos ni inferir información ausente, sino trabajar exclusivamente con las transcripciones reales de los informativos de radio y televisión de Canarias. Sobre esa base, la herramienta identifica las menciones, recupera el fragmento exacto en el que aparece la referencia y analiza el recorrido temporal de la noticia.

El análisis automatizado permite observar el impacto desde un ángulo que antes era difícil de obtener. Al ponderar la presencia televisiva frente a la radiofónica, la aplicación refleja el comportamiento real del ecosistema mediático, donde la televisión sigue generando un nivel de atención significativamente superior. También permite identificar el día exacto en el que la nota apareció por primera vez y si su presencia se concentró en un único momento o se distribuyó en varias jornadas. Este dato, aparentemente menor, tiene implicaciones estratégicas: una nota que se menciona en dos días consecutivos mantiene viva la conversación; una que aparece solo una vez suele tener un recorrido más corto.

La disponibilidad inmediata de estos datos transforma la forma en que los gabinetes interpretan la información. De repente, la conversación interna deja de girar en torno a percepciones y pasa a basarse en evidencias verificables. Si una nota ha tenido poco recorrido, el gabinete lo sabe antes de que el ciclo informativo avance y puede decidir si reforzar la difusión, generar un contenido adicional o preparar una intervención en un programa clave. Si la nota aparece en un informativo de alto impacto, aunque solo sea una vez, el equipo puede comunicar a la dirección política que el mensaje llegó a una audiencia significativa. La información deja de ser un juicio intuitivo para convertirse en una base sólida sobre la que se toman decisiones.

El impacto de esta transformación se aprecia especialmente en territorios como Canarias, donde la estructura mediática no sigue las mismas pautas que en el resto del país. Las diferencias entre islas, la fuerza de los soportes insulares y el peso de la televisión autonómica generan un ecosistema donde medir mal puede llevar a conclusiones equivocadas. La aplicación, construida sobre datos reales de los medios del archipiélago, se adapta automáticamente a esas dinámicas y ofrece diagnósticos que reflejan con fidelidad cómo circulan las noticias en las islas.

Comprender cómo se mide el impacto mediático es fundamental para mejorar la comunicación institucional. No basta con difundir: hay que saber qué efecto produce esa difusión, qué atención genera y qué elementos deben ajustarse para que la información sea más clara y eficaz. La medición deja de ser un trámite para convertirse en una herramienta estratégica que permite anticipar, corregir y reforzar mensajes. La aparición de herramientas basadas en IA está ayudando a que este proceso sea más rápido, más objetivo y más ajustado a la realidad del ecosistema mediático de Canarias. Y ese cambio está empezando a redefinir lo que significa comunicar en el sector público.

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