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Otro 26 de mayo

¿Dónde estabas tú aquel domingo? A mediodía y con ese sol que en San Sebastián alta quema hasta las pestañas, yo andaba en clase de primero de birrias, de vuelta al Heliodoro como simple aficionado y con dos niñas -apenas doce y nueve años- y un chinijo de tres, más aburrido que interesado. Jugaba el CD Tenerife por regresar a Segunda A y lo hacía con un equipo propio de la situación: pibes de la cantera al que el descenso dos años antes les había dado una oportunidad inimaginable de otro modo y una legión de curritos de cuya mayoría nunca más se supo. El portero (Aragoneses) sí que era de Primera, el único lujo que nos permitimos entonces.

Como miles de birrias, trato de convencerme estos días de que la tragedia es evitable, pero vista la sucesión de errores, la displicencia y la soberbia con la que se ha manejado esta temporada, propongo a técnico y jugadores que tiren de emotividad. Que busquen el resumen del CD Tenerife-Hospitalet y se reflejen en los goles de Luismi Loro, Raúl Llorente y David Medina -¡¿cómo dices que se llamaban?!- para guardar un cierto respeto a la obra de quienes le precedieron. Porque gracias a ellos, como a Suso, Alberto, Cervera y veintipico futbolistas más, disfrutan ahora en esta plaza de saberse profesionales bien pagados.

Tiene guasa que otra vez un 26 de mayo nos citemos en el Heliodoro para un encuentro a todo o nada. En este, domingo de elecciones, solo contaremos con unos pocos que puedan contarle a los de 2019 lo que cuesta ganarse un sitio en el fútbol profesional: Nacho Abad con el transmisor en la mano velando por que nada se desmadre, Víctor Padrón comiéndose los gritos y tratando de guardar las formas. Y dos jugadores, dos, que sí supieron de aquello: Suso y Alberto.

Este domingo no dispondremos de Aitor Sanz y puede -ojalá no- que tampoco jueguen Carlos Ruiz y Raúl Cámara (el “señor Cámara”, a decir de mis hijos birrias), tres profesionales como uno entiende un profesional. Tres, como Suso y Alberto, que podrían explicar al resto, aun sin haberlo vivido, en qué consiste un 26 de mayo.

¿Dónde estabas tú aquel domingo? A mediodía y con ese sol que en San Sebastián alta quema hasta las pestañas, yo andaba en clase de primero de birrias, de vuelta al Heliodoro como simple aficionado y con dos niñas -apenas doce y nueve años- y un chinijo de tres, más aburrido que interesado. Jugaba el CD Tenerife por regresar a Segunda A y lo hacía con un equipo propio de la situación: pibes de la cantera al que el descenso dos años antes les había dado una oportunidad inimaginable de otro modo y una legión de curritos de cuya mayoría nunca más se supo. El portero (Aragoneses) sí que era de Primera, el único lujo que nos permitimos entonces.

Como miles de birrias, trato de convencerme estos días de que la tragedia es evitable, pero vista la sucesión de errores, la displicencia y la soberbia con la que se ha manejado esta temporada, propongo a técnico y jugadores que tiren de emotividad. Que busquen el resumen del CD Tenerife-Hospitalet y se reflejen en los goles de Luismi Loro, Raúl Llorente y David Medina -¡¿cómo dices que se llamaban?!- para guardar un cierto respeto a la obra de quienes le precedieron. Porque gracias a ellos, como a Suso, Alberto, Cervera y veintipico futbolistas más, disfrutan ahora en esta plaza de saberse profesionales bien pagados.