Espacio de opinión de Canarias Ahora
Iconoclastia
España no se vende
La derecha española, siguiendo las enseñanzas de Aznar, se ha dedicado desde aquella época a hacer las cosas de manera preventiva, como la guerra de Irak, que se justificó porque aquel país tenía armas de destrucción masiva, al decir del ex presidente del Gobierno de España. Pero no había. Igual que España no se rompe por mucho que la derecha repita siempre este mantra cuando no llega al poder.
Por eso la derecha lleva varios días dando la tabarra con manifestaciones ante las sedes del PSOE para protestar contra una amnistía que aún no se ha aprobado y cuyo texto se desconoce. Se manifiestan por si acaso, de manera preventiva. Es como el que pone la venda antes de la herida.
Ayer se conoció por fin el pacto entre el PSOE y Junts per Catalunya que acabó con el último bastión para investir la semana próxima a Pedro Sánchez. Hasta Coalición Canaria, que gobierna en el archipiélago junto al PP, se ha comprometido a apoyar la investidura del socialista. La única cesión importante que hay por parte del PSOE al partido de Puigdemont es la amnistía porque en los demás temas tienen posturas distintas, en algunos casos diametralmente opuestas.
Los socialistas no contemplan el referéndum de autodeterminación mientras que Junts lo sigue reivindicando pero constitucionalmente, renunciando a la unilateralidad de antaño que hizo proclamar la independencia de Cataluña a Puigdemont durante ocho segundos. Es evidente que hay importantes cesiones por parte del soberanismo catalán, aunque la derecha política y mediática emplee la palabra humillación sin venir a cuento. Es la frustración y el pataleo por no poder formar gobierno con la ultraderecha.
Pero como la derecha funciona por inercia, tras conocer ayer el contenido del pacto, volvió a criticarlo como antes de firmarse, proclamando que España se rompe y que esto es una dictadura. Se puede entender que estas sandeces las digan jóvenes neófitos que no saben ni quién fue Franco pero produce vergüenza ajena que personas supuestamente maduras y provectas digan tantas tonterías por minuto.
La presidenta de la Comunidad de Madrid volvió ayer a repetir lo que dijo su maestro Aznar sobre Pedro Sánchez: que es un peligro para la democracia y que acabamos de iniciar la dictadura porque dos partidos democráticos se hayan atrevido a pactar un acuerdo o acordaran un pacto. Alucinante.
Para la derecha carpetovetónica y decimonónica, es antidemocrático que partidos legítimos pacten lo que crean oportuno dentro del marco de la ley. En realidad se puede entender viniendo de un partido que se ha negado a condenar reiteradamente la dictadura franquista en el Congreso y que fue fundado por siete exministros de Franco y refundado por uno de ellos, Manuel Fraga, que ostentó la presidencia de honor en el PP hasta su muerte.
Resulta surrealista que la derecha española, que no solo no ha condenado la dictadura sino que es heredera del franquismo, tanto el PP y especialmente Vox tilden de dictatorial, autoritario y totalitario a Pedro Sánchez, que hasta ahora se ha limitado a gobernar democrática y legítimamente. Los camellos no se miran sus jorobas.
Estos partidos que se autodenominan constitucionalistas son los que se manifiestan con una pancarta que encabeza la concentración con la leyenda 'La Constitución destruye la Nación'. Todo eso aderezado con insultos al jefe del Estado y a la policía, que trata de mantener el orden ante sus violentos alborotos frente a la sede del PSOE.
Llevo escuchando a la derecha decir que España se rompe desde que Felipe González presidió su primer gobierno. Luego con Aznar no se rompía porque España era una, grande y libre. Con Zapatero volvieron a anunciar el fin del mundo y otra nueva rotura de España. Luego vino Rajoy y España se volvió a recomponer. Ahora con Sánchez oigo por enésima vez a la derecha proclamar que España se rompe pero en estos últimos cuarenta años lo único que se ha roto es la oposición en dos bloques: la extrema derecha y la derecha extrema. Tanto monta, monta tanto, Alberto como Santiago.
La derecha, que fue tan crítica con las algaradas callejeras de 2017 en Cataluña, está copiando la misma estrategia de los CDR, aquellos grupos violentos que pedían la con estrépito, igual que ahora la ultraderecha pide la unidad de España violentamente en las calles de Madrid porque quiere gobernar a golpe de palos y fuerza bruta.
Suena gracioso que los que piden una España unida a voces en las calles sean los que más están haciendo por romperla, enfrentándose a los españoles moderados, progresistas y nacionalistas porque para ellos la única España que existe y debe existir es la conservadora y reaccionaria.
La derechona siempre ha creído que España es exclusivamente de ella y por eso se ha apropiado de la bandera, del himno y del sursum corda. Ahora gritan en la calle que España no se vende como si fuera su solar particular o su predio privado.
Es innecesario que griten que España no está en venta porque ya ellos la han vendido al mejor postor, que es el que más grita y se envuelve en la bandera como señal de falso patriotismo. No se preocupen, España no se vende porque no habrá nadie tan imbécil como para querer comprarla con buena parte de retrógrados inquilinos dentro. No está a la venta porque nadie la quiere comprar con tantos descerebrados que la ocupan.
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