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La pluma del arcángel

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De un tiempo a esta parte va triunfando el llamado género de novela histórica y en ese triunfo va contaminando otros géneros. Las novelas de Lindsay Davis o las de Cristian Jacq se pretenden policíacas acontecidas en la Antigua Roma o en el Egipto de los Faraones. Ocurre que muchas de estas obras, despojadas del andamiaje histórico, se derrumban como edificios literarios y no soportan una lectura más allá de la mera erudición histórica de su escritor. Quedan como novelas ambientadas en una época determinada.

Si quitamos el ambiente histórico quedan al aire las vergüenzas de escritores planos y sin chispa, incapaces de atrapar al lector. Sin embargo, el mercado editorial se nutre de esperpentos literarios que van desde las novelas románticas ambientadas en las cumbres de Escocia a las novelas de aventuras de Posterguillo. Una fiebre lectora de historia recorre las estanterías y en cualquier esquina un iletrado funcional te vanagloria las virtudes de escribidores que no merecerían que ningún árbol se cortara para editar su libro.

Uno echa de menos, y aquí me pueden tachar de nostálgico, retrógrado, decadente o lo que se quiera aquellas novelas de Walter Scott o el David y Catriona de Stevenson. Aprendía uno historia, aunque no tuviera nada que ver la tétrica ciudad de Las Palmas en los sesenta con las neblinosas colinas escocesas de Waverley o Ballantrine. Y encima uno se veía arrastrado por la acción, siempre ansioso por volver la página para saber algo más de aquellos personajes bien construidos, débiles a veces, pero siempre héroes a medida de la historia en la que se desenvolvían. Sólo Pérez Reverte con su serie Alatriste se acerca a ese ideal.

Pero aquí, en Canarias, un escritor ha logrado reconciliarnos con un género que creíamos descoyuntado hasta el fin de los tiempos. Con La Señora y La Pluma del Arcángel, Carlos Alvarez irrumpe en el género histórico superando la maldición de los escritores de ambiente, de los malos escritores, de los eruditos insoportables.

En la última citada construye, a partir del hallazgo de una pluma maravillosa, una novela que te obliga a no soltarla y en la que, sin darte cuenta, a medida que avanzas en ella, deseas saber más de la historia narrada y de las gentes que en ella aparecen? Y lo consigue no solo con el dominio de las técnicas narrativas sino además por el uso de los diálogos de sus personajes. Este punto de los diálogos es uno de los más complicados cuando se trata de la novela histórica.

Para ser creíbles los personajes deben hablar como hablarían los hombres y mujeres de la época retratada. Pero a la vez deben hacerlo de forma inteligible para un lector actual. Es esa una piedra en la que tropiezan muchos. Y no vale de excusa lo de la libertad del artista o demás zarandajas. Si lo que se pretende hacer es novela histórica no se puede poner en boca de un personaje medieval una expresión actual como que le mola algo. Baste como ejemplo la intervención de Nemesio Quiroga en la página 66 cuando dice: “?el hueco natural había sido agrandado por la industria de sus habitantes?”. Esa expresión de la industria nos sitúa plenamente en el momento histórico. Hoy en día los significados de industria son completamente distintos en el habla coloquial. Pero en el momento que describe Álvarez industria equivalía a trabajo, esfuerzo, habilidad para hacer algo? Es en estos matices en los que se nota la habilidad de un autor para situarnos en el tiempo histórico que desea.

Pero el esfuerzo literario de Álvarez va más allá. No estamos ante un ejercicio artificial de dominio del lenguaje o una época. Estamos ante un edificio literario perfectamente construido por el que trasiega parte de la literatura clásica española. Desde una Celestina (Farfana) a un fanfarrón espadachín (Múxica) a esa mezcla de Lazarillo y Buscón que es el citado Nemesio Quiroga. Todo, desde la trama a la escritura, hace que esta sea considerada por muchos como la mejor novela histórica escrita en Canarias y, por qué no decirlo, de las escritas en los últimos tiempos en lengua castellana. Una novela que merece el respaldo de los lectores y el espaldarazo de la crítica.

Tanto es así que en su momento fue premiada con el Benito Pérez Armas, conoció el éxito de la mano de Alfaguara y ahora se reedita por Hora Antes, en cuidada edición por la versión en. Nos alegramos de esta nueva edición de una obra que nos cuenta con detalle cómo era la vida en la ciudad de Las Palmas por el 1520 a través de personajes históricos como Bartolomé Cairasco o el propio inquisidor Ximénez e inventados como los nombrados antes.

Si quieren deslumbrar a sus amistades lean y divulguen esta obra. Contribuirán a la felicidad literaria de las islas.

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