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Referendum en Grecia, 'vade retro'
Y es que la presión y la movilización de la ciudadanía griega, que viene de meses atrás, había recrudecido estos días su actividad ante las condiciones intolerables impuestas por la UE, el BCE y el FMI, a cambio del segundo Plan de Rescate para mantener a Grecia en la eurozona y salvarla de sí misma. Esta presión llegó a ser de tal envergadura, que el presidente Papandreu anunció que iba a convocar un referéndum para que fuesen los propios ciudadanos los que decidieran sobre su futuro.
Y así, por apenas unas pocas horas de plena soberanía popular anunciada, el entramado de poder oligopólico que (para legitimarlo aunque solo sea por las palabras), se viene conociendo como “los mercados”, se vio enfrentado a una situación no prevista y de terrible peligrosidad potencial. Iba a poder ser juzgado por los ciudadanos que podían atreverse (Vae Victis) hasta a condenarlo. Porque, de acuerdo con la información demoscópica disponible, los griegos iban a rechazar el Plan de Rescate que le habían impuesto Merkel, Sarkozy y el FMI.
Y esto se salía del guión. Porque habían anunciado que si decían que no, la furia de los dioses se desataría y Grecia caería a lo más profundo del Hades sin remisión posible. Porque, dicen, ni hay alternativa ni plan b.
Por eso mismo, si la ciudadanía helena desoyera a esos apocalípticos y rechazara su Plan, demostrando que es posible hacerlo sin hundirse en la miseria, los líderes europeos quedarían en una posición desairada y, sobre todo, vulnerable.
¿Es esto posible? ¿Y si hubiera luz más allá del eurogrupo? ¿Qué pasaría?
Pues que los griegos podrían volver al dracma, su antigua moneda nacional. Se declararían en “suspensión de pagos”. Dejarían de pagar las deudas de inmediato y negociarían con sus acreedores las nuevas condiciones del pago. Su Banco Central emitiría moneda y se podrían pagar las pensiones y los salarios públicos. Introducirían un control para los movimientos de capital. Probablemente harían algo parecido al corralito argentino del inicio de los 2000. En suma, volverían a gobernarse (evitando cualquier vuelta a las andadas del anterior Gobierno) y negociarían, no obedecerían, las condiciones razonables y asumibles para saldar sus deudas.
En otras palabras, se habría producido la victoria de la Política, con mayúscula, sobre la economía, del estado sobre los mercados, de lo asumible frente a lo intolerable. Y la sociedad griega podría de nuevo comenzar su viaje a Ítaca en condiciones civilizadas y democráticas.
Sin embargo, a mi juicio, lo más interesante de todas estas posibilidades (apenas entreabiertas durante unas horas frenéticas), es lo que esta solución griega (a la zaga de lo que ya hicieron los islandeses) pudiera representar para los otros países miembros de la zona euro, del eurogrupo. Porque, justamente, se habría puesto en tela de juicio toda la inexorabilidad de la política económica europea, la diseñada por el núcleo duro conservador de Merkel-Sarkozy, pero asumida sin rechistar por todos los demás, amparándose en las exigencias (nunca explicadas) de los dichosos mercados.
Y el hecho definitorio es que se habría reconquistado y regenerado la Política. Se habría podido comprobar que los mercados se pueden domar, que se puede impedir la especulación, que los bancos deben limitarse a ser meros intermediarios financieros y abandonar el control sobre la economía real. Además, que el minúsculo y súper minoritario sector social que se ha enriquecido lo inimaginable a costa de todos los demás, debería pechar con sus responsabilidades y asumir los terribles costes que causaron.
Es cierto que todo esto puede parecer un ingenuo y candoroso cuento de hadas y que, con la varita mágica, se puede domar a los mercados.
Pero es que todo eso es verdad. Las posibilidades de la Política, de quererlas utilizar para el bien común, son formidables. En el fondo, lo que habría que hacer es atenerse a lo que llaman la “Economía Real” (¿?) y con esa estrategia, suprimir todo aquello que la impida, dificulte o entorpezca. Empezando por los “Paraísos” Fiscales.
Por eso, abortaron el referéndum griego y todas estas inmensas posibilidades duraron apenas unas pocas horas. Los poderes establecidos se enfrentaron a Papandreu, lograron, no se sabe con qué medios, que varios diputados de su exigua mayoría rechazaran el referéndum, y muchos de ellos propusieran, de acuerdo con la oposición conservadora, la constitución de un Gobierno de Unidad Nacional para aceptar con urgencia el Plan de Rescate rechazado por la población.
Todo, con tal que la sociedad helena no pudiera expresar libremente su voluntad. Muy pocas veces y de forma tan descarnada se ha escuchado decir que “se trata de una cuestión demasiado complicada para que la resuelva una población que no está preparada”. Nunca se había rechazado de forma tan grosera a la soberanía popular.
Pero, no lo olvidemos. Esto solo es el principio, más bien la continuación. Y seguirá?
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