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Debates que matan (las neuronas)

Debate 'a seis' en TVE

Ana Tristán

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Como decía Pimpinela, grupo de referencia de la política española: “Si hay amores que matan y hay cariños que duelen, yo quisiera saber por qué uno los busca, los sigue y los quiere”.

Yo también me lo pregunto. Me pregunto por qué diablos vuelvo a encender el televisor con la vana ilusión de sacar algo en claro, de entender el plan de acción de los partidos políticos.

Ya en el primer minuto del debate a seis, emitido el pasado martes 16 de abril en RTVE, tuve que marcharme al baño a darme cabezazos contra mi absurdo arranque de fe. Abrió el espectáculo Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Fuerte, buscando gresca en su minuto de combate. Qué tonito de mala leche, qué desafiante. La representante del PP por Barcelona me da a mí que era la más chunga de su barrio. “Atrévete a decírmelo a la cara”, repetiría en las rondas venideras.

La forma arrabalera de intentar dirigir el debate a meros reproches pimpinelescos, dio paso a María Jesús Montero. La ministra socialista abrió su turno haciendo uso del formato: “Queridos Reyes Mayos, estas elecciones me gustaría…” Ahí empezó una retahíla de deseos y querencias a grandes rasgos, y pequeños, y medianos. No le faltó un solo hit: feminismo, economía social, cambio climático, regeneración y helados de fantasía para todos.

Siguió la actuación estelar de la primera ronda. La también señora Montero (de Unidas Podemos, etc.) iniciaba su intervención agradeciendo a los trabajadores y trabajadoras de RTVE por hacer “una televisión de calidad y pública”. Me la imaginaba, en mi trastocada cabecita, moviendo suavemente la mano hacia un lado y hacia el otro, al más puro estilo de reina del pueblo. Bien jugado.

Su apelación a la inteligencia colectiva me conmovió: como todas sabemos, todo lo que no es Podemos es derecha y es malo. Fachas, que son todos una panda de fachas. Por último, fue capaz de mentar dos propuestas concretas (¡la madre del cordero! ¡Y de la cordera!): bajar la factura de la luz y regular el precio de los alquileres. Dos propuestas sencillas y me imagino que posibles, especialmente en un planeta de esos en los que todavía no “gobiernan” las eléctricas ni los fondos de inversión.

No puedo parar. Me vengo arriba. Llega el turno ahora del victimismo New Age de manos de la genial Inés Arrimadas. El estilo “mi abuelo vive en un pueblecito de Salamanca”, yo no soy ni de izquierdas ni de derechas, solo buena gente, gente humilde, gente normal. Me encanta, me duele y maravilla al mismo tiempo.

Ahora sí que sí, llegó por fin el momento del “chapas”. Y lo digo por las chapitas que traía colgadas a sendos lados del impoluto traje, no me sean malpensados. Tuve que pegar la nariz en la pantalla para discernir qué diantres ponía. Acerté a leer en ellas, tras mucho achinar los ojos: “Libertat preses politiques!” y no sé qué de “RTVE”. A esto lo llamo yo Marketing Punky. Solo le faltaba un parche cosidito a la solapa. Parecía el hombre pancarta, el Compro Oro de las altas esferas. En casa no podíamos parar de mirar a sus chapitas. Y luego va y abre la boca, oh sorpresa, para decir lo mismo que traía en las chapitas, versión extendida. Me impresionó ese estudiado tono monocorde, esa cuidada pro-nun-cia-ción.

Llegamos al final de la columna, ya les dejo irse en paz. El último en intervenir en la primerísima ronda de esta cosa rara que llamaron “debate” fue el señor Aitor Esteban, que pasaba por allí desde el planeta País Vasco para pedir una mijita de sentido común. A diferencia del resto de representantes, a este señor le sobraron siempre minutos de intervención, no estaba por la labor. Creo que quería irse a su casa, ubicada en una aldea poblada por irreductibles vascos.

Hasta aquí el combate de hoy. Mañana más, pero no peor, o sí. Todo es posible.

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