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Dios mediante

Cristóbal D. Peñate

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La Asociación de Abogados Cristianos, conocida en su casa a la hora de comer, ha denunciado ante la fiscalía al drag queen que ganó este año la gala, algo que nos remonta a la denuncia que se hizo a unos tititeros por una representación en Madrid que sus acusadores tildaron de apología del terrorismo porque las marionetas portaban unas pancartas relacionadas con ETA y Al Qaeda.

Por esa regla de tres habría que denunciar a los directores de todas las películas y obras teatrales en las que aparezcan asesinos, pederastas o terroristas, aunque solo se presenten para contar una historia y para representar a unos personajes. Aquello de los titiriteros apenas tuvo recorrido aunque el susto no se los quitó nadie porque estuvieron varias semanas en prisión. Los titiriteros, no los títeres.

Eso me recuerda al chiste aquel en el que un ventrílocuo se mete en plena actuación con las mujeres rubias y una de ellas, presente en la sala, le afea el discurso. En eso el ventrílocuo le pide disculpas, pero ella lo calla y le dice que no está hablando con él sino con el muñeco.

A estas alturas de la película todavía hay gente que no se ha enterado de que el carnaval es pura transgresión y que en una sociedad democrática está permitida la libertad de expresión, aunque choque con creencias de otros, ya sean políticas o religiosas. Esto, por fortuna, no es Arabia Saudí.

Sin embargo, el obispo Cases se ofendió mucho por la supuesta blasfemia, delito que ya no existe porque estamos en un estado aconfesional de derecho y no en el nacionalcatolicismo de la dictadura franquista en la que la religión católica se confundía con el régimen totalitario y la Iglesia sacaba al jefe del Estado bajo palio. El obispo llegó a escribir que le dolía más Borja Casillas travestido de Jesucrito y Virgen María que el accidente aéreo de Spanair donde murieron 154 personas, la mayoría de Gran Canaria. Eso sí que es una provocación blasfema, aunque luego rectificara ante el clamor popular.

Pero la verdadera provocación no fue el vestido blasfemo del drag queen porque se supone que el carnaval es irreverencia y transgresión. Lo verdaderamente provocador fue que Casillas dijera que quería ser profesor de religión, pero en eso pocos cayeron porque cuando el dedo señala a la luna los tontos miran al dedo.

El fiscal jefe García Panasco ha aceptado la denuncia y ha abierto una investigación. Lo que habría que saber ahora es si este fiscal es cristiano. Si lo es, debería inhibirse de la causa. Y si no encuentran en la Audiencia de Las Palmas a ningún fiscal no cristiano, el ministerio público debería desistir del caso. Ya se sabe que en los tribunales no debe haber juez y parte.

Los abogados cristianos, además de integristas, son también pitonisos y mentalistas porque aseguran en su denuncian que el drag queen ganador sabía que ofendía la fe. Estos letrados sí que ofenden al sentido común. Una cosa es que crean en dios y otra bien distinta que se crean dioses infalibles y omnipotentes.

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