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Fe de erratas: sobre precariado y tele marketing

Las chicas del cable.

Ana Tristán

La equivocación es una constante. El error es la base del conocimiento, a base de enmendar errores se llega a la solución. Así nos funciona el pensamiento, por los accidentes.

Al leer varios de los artículos ya publicados, habiendo corrido el tiempo y la experiencia, discrepo conmigo misma. Como cuando hablé de los captadores de ONG´s que me perseguían por las calles, jóvenes e inexpertos, día a día, solidariamente infatigables. Ellos son, en realidad, el último eslabón del departamento de marketing y comunicación de empresas y ONG´s. Ellos bastante tienen con ese engendro de trabajo que consiste en importunar.

Estoy en contra del marketing invasivo y cansino, pero resulta que todo es marketing: No puedo estar en contra de todo.

Este tema no me deja tener una opinión propia duradera, cuando creo que ya tengo un criterio propio sólidamente establecido, de repente, ah, el pinchazo de la duda, ah, la empatía multidireccional.

¿Compensa a las ONG´s el gasto en captadores andantes, tele operadores, recursos humanos, marketing y publicidad? Deber ser que sí, ahí siguen todas, desplegando hordas de jóvenes con chaleco por las calles de cualquier ciudad.

¿Compensa que buena parte de la población se dedique a esquivar y rechazar captadores?

Debe ser que sí, que quienes sentimos manía persecutoria oenegeística e instintos homicidas matutinos somos una minoría.

Entiendo que estos muchachos (y muchachas, obviamente) sólo hacen su trabajo. ¡Pero menudo trabajo!

Hay días que sólo me llaman de Movistar, Vodafone, Líberbank y Greenpeace. Qué cosas. Ya no me llaman mis amigos ni mis familiares, ahora me llaman los bancos y las compañías de seguros. Hay días en los que soy capaz de imaginar que al otro lado de la línea hay una persona haciendo su trabajo precario, aguantando por un escuálido sueldo seis horas de silla, ordenador y repetición. Otros días veo un monstruo neoliberal y marketiniano extendiendo sus tentáculos hasta la intimidad de mi casa a través del teléfono y me revuelvo, y cuelgo, y digo que me dejen en paz.

Desde aquí mi más sincera disculpa a los tele-operadores que me hayan pillado en un momento de ofuscación. No tengo nada en contra vuestra. Simplemente rechazo la naturaleza de vuestro trabajo, como seguro les ocurre a ustedes también. Eso y que mi propia precariedad me hace rozar varias veces al día el cansancio, el hartazgo y la irritabilidad.

Me acuerdo cuando pasaban por casa los testigos de Jehová, llamando a las puertas para esparcir la buena nueva, el mensaje de Jesús. Ahora la buena nueva es la fibra óptica, el seguro de salud, la tele por cable.

La lógica del tele-marketing es la de la fidelización del cliente a través de la ilusión de la atención personalizada y la manipulación psicológica sofisticada. La estandarización de mensajes con componente emocional y un tono de voz dulce y melodioso son el nuevo cebo para incentivarnos al consumo. Los comerciales con talento son tanto avezados vendedores como psicólogos del capital.

En este sector se dan la mano las tácticas fordistas y tayloristas y los nuevos métodos del capitalismo emocional y proactivo.

Trabajos rutinizados, cronometrados, supervisados y repetitivos que a su vez han de desarrollar capacidades comunicativas, de inteligencia emocional y falsa autonomía.

Trabajos precarios que son asimilados como la única alternativa para universitarios desempleados (esa plaga), mayores de 50 abocados al paro tras los años de crisis y reestructuración del mercado a la era digital, extranjeros y, en fin, la masa informe que da cuerpo al creciente precariado digital.

Es evidente que el neoliberalismo es la ideología de la forma política actual y que sus modos de producción y consumo han colonizado las formas de relación mayoritarias: desde el cuidado de ancianos hasta la gestión de la solidaridad.

En este sector los convenios son una broma. Tanto es así que la esencia de su dinamismo radica en la rotación extrema y la continua adaptación. Nuevas campañas, nuevas habilidades psico-sociales en función del sector al que se dirige, empleo puente en la búsqueda de algo mejor.

Es una constante de nuestro tiempo, y del tiempo de nuestros predecesores, el que los trabajos más duros para el cuerpo y la mente son los peor pagados, los peor considerados. Trabajos mecánicos, de repetición y ausencia total de autonomía y creatividad, de mantener la misma postura ocho horas al día, cinco días a la semana. Control de tiempos para ir al baño, para beber agua, para repetir cada mensaje.

Y encima, tus clientes te ladran por teléfono, te dan espantones en mitad de la calle, te dicen que por favor les dejes en paz.

Por eso he venido hoy a corregirme, a completarme y limitar esa disociación cognitiva con respecto a los currantes del tele-marketing. Ustedes hacen su trabajo, que es duro y precario, que es la única alternativa al desempleo, aguantan la presión del encargado, del jefe, del cronómetro y la de los transeúntes sin tiempo ni ganas de hablar.

¿Se imaginan empresas de tele marketing para hacer compañía a los ancianos que viven solos? ¿A los enfermos? ¿Se imaginan todo ese despliegue marketiniano para cubrir las necesidades de las personas? Pues imagínenlo ustedes, es la única forma de hacerlo realidad.

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