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Primarias abiertas

Francisco Pomares

Las Palmas de Gran Canaria —

La salida de Paquita Luengo de la pelea por la candidatura regional del PSOE acaba con el único exotismo de las primarias. La señora Luengo (paradójicamente consejera del Gobierno regional) era de hecho la única aspirante realmente autónoma, y así le ha ido. Tiró de sus cuatro amigos de siempre para conseguir los avales, mientras ella seguía en lo suyo, y no calculó que el patio estaba muy pero que muy repartido entre los distintos equipos que hoy se discuten la herencia socialista de José Miguel Pérez, después de tres años y medio de hacer política desde el poder.

La cosa es que tras la crónica del fracaso anunciado de Luengo, los tres jóvenes que ahora se enfrentan en las primarias responden –con matices- a distintos equipos políticos que operan en el PSOE. Los tres, aunque todos lo niegan, son carne de aparato. Lo es la más colocada de los tres candidatables, la diputada Patricia Hernández, que representa al PSOE tinerfeño, y se lanzó a la carrera solo tras ser empujada por los alcaldes socialistas de la isla y saber que contaba con el apoyo de Hernández Spínola y su grupo en la ejecutiva regional.

Lo es también Carolina Darias, candidata de continuidad, una discreta y preparada chica para todo que no solo cuenta con el apoyo de Pérez y de los suyos, sino que viene a ser en muchos aspectos como el clon con faldas de su secretario general y mentor.

Darias es la candidata oficiosa de Gran Canaria como Hernández es la candidata oficiosa de Tenerife, pero el caso de Gustavo Matos es distinto: también tiene su propio aparato detrás, el de La Laguna, una poderosa e histórica agrupación del PSOE que hoy maneja con habilidad y desparpajo Javier Abreu. Abreu está desde el principio implicado en la primorosa campaña de Matos para sustituir a Pérez y es quien aporta a Matos una parte de su estilo y sus apoyos, bastante heterogéneos: en su saco cuentan con el voto de los disidentes –La Palma, el Hierro, el sector crítico de Tenerife- pero también con la simpatía del flamante Pedro Sánchez, al que Abreu apoyó sin fisuras, aunque es difícil saber qué influencia real puede tener una ejecutiva federal en un proceso de primarias regionales, en el que votan afiliados y simpatizantes. Matos se debate entre presentarse como candidato independiente o sacar el aval de Pedro Sánchez de ese morral viajero que comparte con él.

Al final, si no hay sorpresas con el acarreo fraudulento de votos de simpatizantes –uno de los peligros del proceso-, la retirada de Paquita Luengo sirve para nivelar la balanza territorial y mejorara las posiciones de salida de Carolina Darias. Pero estamos ante unas primarias abiertas, en las que es imposible calcular el efecto sin precedentes del voto de los no afiliados, un experimento bastante atrevido. Aquí puede ocurrir casi cualquier cosa.

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