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Soria ya no da miedo

José A. Alemán / José A. Alemán

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Pero, ya digo, no se deja y atribuye los embrollos políticos y judiciales, en los que se ha metido solito, a “cacería” de los medios informativos, con alusiones directas a este periódico (al que presenta como órgano oficial psocialista, nada menos), las que acaba de hacer extensivas a La Provincia con mención expresa de Guillermo García-Alcalde, consejero delegado del grupo editorial propietario del matutino grancanario.

De entrada, no le gustó que García-Alcalde incluyera a Carlos Sosa en la serie de entrevistas que viene ofreciendo Radio Canarias y así se lo hizo saber con su habitual estilo malcriado. Le puso de los nervios que la emisora se saltara el cerco a CANARIASAHORA por él decretado con abuso de poder. Y para darle mayor verosimilitud al supuesto pronto cinegético-periodístico, “reveló” que el propio García-Alcalde le confesó ahí más allá su designio de cargarse al Gobierno paulinés. Me recordó los cuestionarios al final de los vuelos a New York en que te preguntaban si pensabas atentar contra el presidente USA.

Con el rabolleva de mentiras y renuncios en que han trincado a Soria y conociendo algo el paño, no me creo esa “teoría de la conspiración” con cacería incluida. Pienso que Soria ha viajado (esta vez pagándose el billete, eso sí) desde la prepotencia a la paranoia. Según él, la conspiración de La Provincia contra el paulinesado se debe al cabreo por no obtener la adjudicación de TDT a que aspiraba la editora. Sin caer en la cuenta de que la oración puede volverse por pasiva. Porque lo llamativo de este asunto no es la rasquera que haya producido en Prensa Canaria su exclusión, sino justamente lo contrario: que una empresa consolidada, con amplia trayectoria y notable solvencia empresarial y profesional, quede fuera de un concurso público en su ámbito de actividad, resuelto, además, de forma arbitraria, por no decir sospechosa. Sorprende tanto como si, por ejemplo, le dieran la circunvalación a la contrata de mastro Chano, a la que recurrimos para cualquier chapuza en casa. Aunque todo sea posible en la Universidad de la Vida.

Soria se agarró al concurso de la TDT para “explicar” que García-Alcalde cogiera su fusil. Por lo visto, considera la denuncia periodística de tanto desmán violación intolerable de la patente de corso que para él es un derecho de quien ejerce el poder. No es preciso decir nada sobre su tosca percepción de las entendederas de la opinión pública, que mal que le pese sabe discernir; pero subrayaré que de su “explicación” se desprende cuan consciente es de la arbitrariedad con que el Gobierno decidió aquellas adjudicaciones; y que está de acuerdo con ella: al fin y al cabo, tiene bien acreditada esa idea del poder como oportunidad para premiar a los amigotes y machacar a los que considera enemigos por el mero hecho de no bailarle el agua. Mucho saben de todo esto en su propio partido. Desde Bravo de Laguna a Paulino Montesdeoca. Bajo la acusación a Prensa Canaria late una mentalidad autoritaria con tropezones fachas y portentosa ruindad que se manifiesta de forma destemplada y grosera como reflejo de la vertiginosa sensación de ir pendiente abajo a velocidad uniformemente acelerada. Debería ir al psicoanalista.

Hace mucho tiempo que considero a Soria amortizado y hasta predije que de no dimitir, iría al desastre. No eran pocos los que pensaban igual. Ahora no le queda ni la digna salida de la dimisión. Encima, ha hecho un terrible daño a la vida política canaria (la ha “empocilgado”, como le gusta decir) y al Gobierno paulinés (que, por otra parte, se basta solo para apuñalarse); y no digo que a la democracia porque, después de todo, es ésta la que lo ha desenmascarado. El único servicio de Soria es que ha dejado claro que no hay motivo para tenerle miedo a gente como él. Basta con plantarle cara.

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