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¿Por qué el cambio climático mira de frente a las mujeres de todo el mundo?

Cristina Fernández Gil

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Parece que es una moda, que juntamos los dos términos estrella de las reivindicaciones sociales para tener más impacto, pero desgraciadamente no es un truco de marketing lingüístico.

El cambio climático y el feminismo van de la mano. No, no es porque las mujeres tengamos la culpa o la responsabilidad de las emisiones sino porque nos afecta mucho más que a los hombres.

Lo dice la ONU: luchar contra el cambio climático pasa por conseguir la igualdad de las mujeres, entre otras cosas.

¿Por qué la ONU dice esto? No hay más que cruzar los datos.

Del cambio climático sabemos que:

  • Es un problema mundial, pero no afecta a todos los territorios ni a las poblaciones por igual. Aunque el mayor responsable del cambio climático es el mundo desarrollado, es en el África subsahariana y el sureste asiático donde el impacto es más drástico.
  • Habrá más desastres naturales y más severos (sequías, inundaciones, tornados, olas de frío y de calor, incendios, etc.).
  • El acceso a los recursos básicos (agua potable, alimentos y combustibles) se va a dificultar y a encarecer en todo el mundo.
  • Adaptarse a estos cambios cuesta dinero y requiere formación.
  • Sus efectos están obligando a millones de personas a abandonar sus hogares y a emigrar a zonas menos afectadas. Desplazados climáticos.
  • Las personas más vulnerables al cambio climático son aquellas más desfavorecidas –en múltiples términos: económicos, sociales, culturales, políticos, etc..

Y por otro, los datos que tratan de la mujer son demoledores:

  • El 70% de las personas pobres son mujeres.
  • Existen 20 millones de mujeres desplazadas por los cambios climáticos (de 26 millones totales).
  • En los hogares del África subsahariana, la recogida y el transporte de agua recae en un 63% en mujeres, frente al 11% en los hombres (el resto en niños y niñas).
  • Las mujeres producen el 60% de la comida en países en todo el mundo.
  • En la mayoría de los países la provisión de combustible (leña) recae sobre mujeres y niñas.
  • Respecto al acceso a la educación, para las mujeres es más complicado que para los hombres.
  • En muchas ocasiones son obligadas a casarse a temprana edad y esto implica el abandono de los estudios para dedicarse a la crianza.

Dos de cada tres personas analfabetas en el mundo son mujeres. Para las mujeres el acceso al trabajo es más complicado y el sueldo suele ser menor. En países como Irán la brecha salarial es hasta de un 75%. En Canarias, se sitúa en el 17%.

Las mujeres soportan en casi todo el mundo las cargas familiares (cuidado de ancianos, enfermos y niños). El acceso a recursos financieros es más complicado, en muchas ocasiones necesitan la autorización de un hombre.

La propiedad de la tierra es mayoritariamente de los hombres. En una encuesta en 34 países solo el 10% de la tierra estaba en manos de mujeres.

A todo esto hay que sumar que las personas que toman las decisiones a escala mundial y que asesoran en cambio climático son mayoritariamente hombres.

La conclusión es obvia: según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la vulnerabilidad de las mujeres frente al cambio climático es resultado de la pobreza y del modelo patriarcal.

Personalmente considero que las grandes multinacionales han tenido todos los cabos atados, los políticos han rendido pleitesía a las multinacionales, y el sistema ha cribado muy bien que el tipo de mujeres que llegaba a la política no pusiera en riesgo el poder establecido. Por eso, no me siento representada por el 95% de las mujeres que han llegado a altos cargos políticos.

El modelo tiene que cambiar, tenemos que hacer una revolución imparable, empoderar a las mujeres, tener una conciencia ambiental global y mirar hacia el futuro como un reto, una meta alcanzable si, y solo si, las mujeres formamos parte activa e imprescindible del cambio.

Es importante establecer unas nuevas normas del juego en el modelo de desarrollo en el que erradicamos estas dos lacras a la vez; el modelo productivista capitalista y el patriarcado. Lo dijo la presidenta de Chile, Michelle Bachelet: “Cuando las mujeres están empoderadas y pueden reclamar su derecho a la tierra, al liderazgo y a las oportunidades, la economía crece, la seguridad alimentaria aumenta y las perspectivas aumentan para las generaciones actuales y futuras”. Por ir a algo concreto, cuando las mujeres consiguen derechos como el acceso a la educación se consiguen grandes hitos medioambientales, por ejemplo se retrasa la edad de maternidad y se reduce el número de hijos, con lo que se establece un control demográfico con claros beneficios ambientales.

Esta semana, del 20 al 27 de septiembre, hay movilizaciones y actos en todo el mundo por el planeta y la crisis climática. Por eso propongo que el 27S salgamos a la calle vestidas de verde y morado. Es importante alzar la voz de Greta al mismo tiempo que protegerla, porque empieza a ser molesta para el sistema. Antes que ella, otras muchas valientes mujeres han arriesgado su vida en diferentes lugares del mundo por esta causa, no es no.

Escribo estas palabras porque vengo del mundo de las ciencias ambientales y era muy consciente de la realidad del cambio climático. Me dedico a la divulgación científica y he tratado este problema ambiental desde hace más de 13 años y no fue hasta hace dos cuando tres mujeres me abrieron los ojos ante esta relación cambio climático y mujer. Ese día supuso un punto de inflexión en mi visión. Yo ya era ecologista y feminista, pero ahora soy ECOFEMINISTA. Gracias a Caty Arévalo, Inmaculada Perdomo y Sofía Menéndez.

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