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Unos gamberros antiamarillos

Rafael González Morera

Las Palmas de Gran Canaria —

Casi no he dormido, ha sido todo una pérdida dolorosa por culpa de algunos gamberros irresponsables que no representan a la afición amarilla. He vuelto a repasar fotos, videos, secuencias, crónicas, y llego a la conclusión que la culpa la tiene una minoría, unos quinientos, seiscientos, menos de mil gamberros que han impedido al ascenso de la Unión Deportiva a Primera División. Mi nieto Miguel Alejandro fue al Estadio de Gran Canaria con una enorme ilusión: “Verdad que subimos a Primera, abuelo, verdad que subimos”. La ilusión de un niño es como el pétalo de una flor, que se abre en un jardín de maravillosos propósitos. Para ser sinceros, tenía la misma ilusión que mi nieto porque me gustaría ver a la Unión Deportiva Las Palmas en Primera División antes de dejar este mundo atribulado. Pero no ha podido ser porque unos gamberros que no saben de fútbol se lanzaron al terreno de juego antes de que el árbitro señalara el final del encuentro, y en fútbol como en el envite hasta el final hay señas. Y el Córdoba aprovechó la última jugada, el último ataque, y nos dejó helados el corazón. Me acordé de árbitros como Mazagatos, Zariquiegui, Ortíz de Mendíbil, que nos robaron muchos partidos de forma descarada, pero en esta ocasión poco hay que criticarle al murciano Sánchez Martínez, anoche nos robó el ascenso un grupo de gamberros desalmados.

Por la noche llamé a mi nieto. Apenas podía hablar por teléfono. “¡Abuelo, es injusto, es injusto!.Sólo se me ocurrió para consolarle que el año próximo subiríamos a Primera, y Miguel agarrado a una sola frase: ”Si, pero es injusto, es injusto“. He leído, visto, escuchado, textos, videos, fotos. El resumen es que unos gamberros, una minoría ha impedido el ascenso de la Unión Deportiva, y que la realidad es que había muy poca Policía Nacional en el Estadio Gran Canaria, y la realidad es que la seguridad privada como marca la ley es un complemento para ayudar a la Policía Nacional en estas situaciones de alto riesgo público. Y para colmo de los despropósitos en el culmen de la situación, había más seguritas que policías. Cuando muchos progresistas discuten y con toda la razón que los seguritas no tengas más atribuciones que las mínimas hasta ahora establecidas, vienen muchos un rato después a decirnos que tenían que haber mantenido el orden en el Gran Canaria. Al minuto siguiente, esos mismos progresistas nos dirán que ”ojo, pero no tienen derecho ni a retener a nadie, ni siquiera a aplacar a nadie, eso es cosa de la policía“. De acuerdo, peo no caigamos en las contradicciones más burdas. No debemos aprovechar las cosas anormales para hacer una crítica política anormal.

La Policía Nacional al final del encuentro brillaba por su ausencia en el Gran Canaria, y estaba mayormente en la Plaza de España, en Mesa y López, en el Parque Santa Catalina. Quizá se fueron anticipadamente a celebrar la victoria amarilla porque la Delegada del Gobierno, Hernández Bento, está demostrando que no tiene ni idea de cómo mantener el orden público. La Policía Nacional por lo visto se apresura, corre y apalea en una manifestación política, si surge una bandera, un pin, una chapa republicana, son las órdenes que reciben, pero ayer no estaba en el Gran Canaria. Ni están ni se les espera, me decía un joven periodista. Y lo que es impresentable es el aprovechamiento que intentan hacer algunos para hablar de nuevo de terrorismo anarquista como ha hecho José Miguel Bravo de Laguna, porque los quinientos, seiscientos desalmados, gamberros sociales y no socialistas, no saben ni que es el terrorismo anarquista. Mi nieto me llamó hoy lunes por la mañana más tranquilo. “Abuelo, tienes razón, hay que pensar en el futuro, el año que viene subimos a Primera División”. Pero a ver si estos gamberros antiamarillos no vuelven a pisar el Estadio de Gran Canaria. O les controlan mejor, si es difícil impedir su acceso.

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