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A por ellos, que son pocos y cobardes

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Al final, las fuerzas del orden han encontrado un “enemigo” al que perseguir y se han empleado a fondo para atajar cualquier brote libertario que ponga en solfa la estabilidad que tanto anda buscando el actual gobierno de la nación.

La pregunta que yo me hago, sin olvidar que en este tipo de protestas siempre aparecen elementos indeseables, amantes del caos gratuito es la siguiente: ¿de verdad los jóvenes que están protestando contra los recortes en educación son unos descerebrados o tienen sus razones?

Hace unas semanas, la dirección de un centro de educación expulsó a un alumno por colgar en la red una foto en la que aparecía en clase arropado con una manta, dado el frío que reinaba en el aula. La solución fue muy coherente con la política de tratar de ocultar la realidad y descargar el castigo en quienes menos culpa suele tener. Al final, la decisión tuvo que ser revocada, pero el problema continúa y comunidades como la valenciana ?endeudada hasta las cejas por la política de derroche institucional de sus mandarines- se las ven y se las desean para pagar los gastos de los centros educativos que corren de su cuenta.

Lo más triste del asunto es que las protestas que ahora llenan las calles y los titulares de los medios de todo el mundo tienen que ver con las prácticas de los fundamentalistas que han estado al frente del área de educación de muchas de las comunidades autónomas de nuestra geografía.

Si se tira de hemeroteca, se puede comprobar que algunos de esos responsables llevan sosteniendo contenciosos con la comunidad educativa desde hace décadas, tanto con los profesores como con el alumnado. A los continuos recortes se han sumado los desplantes, las decisiones torticeras y la mala praxis profesional que, en cualquier parte del mundo, les hubiera acarreado su destitución.

En cualquier otro país civilizado, al consejero que dijo que había que devolver el dinero aportado por el gobierno central para ordenadores, argumentado que dichos ordenadores eran malos para los ojos de los niños porque los mandaba el gobierno, entonces, socialista, le habrían dado una patada en el culo y lo hubieran mandado volando a su casa.

De la misma manera que quien nos pretendió tomar por imbéciles, argumentando que el informe PISA ?en relación con los datos obtenidos por Canarias- había que interpretarlo no de manera ordinal sino cardinal, habría que haberlo deportado al desierto del Gobi, a ver si allí se estaba callado y dejaba de insultar al personal.

Las protestas que ahora recorren las calles de las ciudades españolas tienen mucho que ver con respuestas y comportamiento como ésos y me da nauseas pensar que la sociedad permanece callada antes mamarrachadas como ésas mientras dedica tanto tiempo a la tan cacareada “Liga de las Estrellas”.

Vergüenza les tendría que dar a muchos padres permanecer tan al margen de la formación de sus hijos y solamente movilizarse cuando amenazan con retirar los partidos de fútbol de la televisión.

Ya se sabe que las prioridades patrias no pasan por formar a sus individuos, pues se captan más votos si la gente está asilvestrada, pero todo tiene un límite y la sociedad debería movilizarse ante declaraciones como las que les he descrito y otras muchas, que sería muy largo y farragoso comentar.

A ver si las personas se dan cuenta de que sin formación no somos nadie, salvo zombis manipulados por cualquier charlatán de feria, pelo engominado y sonrisa falsa, capaz de vendernos lo mismo, una y otra vez, con tal de perpetuarse en el cargo.

Estoy de acuerdo con que, en una manifestación, siempre hay elementos indeseables, pero hay razones para manifestarse y pedir responsabilidades a quienes han malversado dinero público a espuertas y que, en la mayoría de los casos, se marchan a casa “de rositas”.

Y si “grave” es que un alumno saque una foto cubierto con una manta, más grave aún es que se digan mentiras y se sigan recortando los medios para que las personas se puedan labrar un futuro mejor, argumentado una crisis que, en muchos casos, se orquestó por quienes ahora nos quieren dar soluciones.

Ah, y el enemigo no son los estudiantes, vaya que no. Si quieren enemigos, empiecen a mirar hacia adentro y se sorprenderán de lo que encuentran.

Eduardo Serradilla Sanchis

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