Desde que accedió a la alcaldía de Mogán por una ajustada mayoría absoluta (pero mayoría absoluta al fin y al cabo), el joven y flamante alcalde empezó a tomarse las cosas con calma. Las órdenes cuarteleras que venían de Bravo Murillo, donde Larry y Manolo se toman las cosas muy a pecho (y a estómago a veces) se iban diluyendo, y a la altura del aeroclub se convertían en amables sugerencias del partido. Pues vale. Encima, González y los suyos podían presumir y presumen de ser de los pocos peperos del suelo patrio que se permiten el lujo de tener en su municipio veraneando, semanasanteando y navideando de modo permanente al presidente nacional, Mariano Rajoy. Con lo cual, ya se imaginarán lo tranquila de la existencia moganera. Pero, encima, Paquirrín tiene ganada a pulso una extraordinaria fama de avestruz, lo que en tierras tan áridas equivale a atragantarse o a tragarse un pitorro de riego por goteo. Pero él aguanta: cuando llega un problema, agujero y a esperar.