Más complicado lo tienen los socialistas a la hora de encontrar valores en Eduardo González, secretario general de Gran Canaria, al que lo primero que achacan es su escaso nivel de conocimiento entre la población. Lo buscan en las encuestas y ni siquiera figura, lo que complica enormemente su pretendida candidatura al Parlamento. Los estrategas de la cosa no lo ven debatiendo asuntos de la nacionalidad con pesos pesados como Román Rodríguez y José Manuel Soria, o con sus segundos espadas, y tratan de encontrarle un acomodo que entone con el cargo orgánico que ostenta. Luego está José Alcaraz, al que muchos dan como número uno seguro al Parlamento: goza del apoyo de Juan Carlos Alemán y de parte del aparato a cambio de tener la fiesta en paz, pero sigue atragantándosele a un amplio sector del partido. Esa primera plaza no está sometida a primarias, y sin embargo ha sido la única de importancia en Gran Canaria para la que nadie ha propuesto a un independiente. El segundo puesto parece señalar cada día con mayor claridad hacia Pilar Grande, otra mujer del aparato, una vez se van confirmando las sospechas de que a Tere Morales la hacen cambiar de aires, contra su voluntad o con su bendición, que tampoco lo aclara la interesada. Lo que parece claro es que nadie a estas alturas en el PSC grancanario, una vez designados independientes y dando por hechas algunas cosas al Parlamento, ha hecho el menor esfuerzo por aprovechar valores en presencia o rescatar los que tiene en la reserva activa, de alto valor electoral, mayor conocimiento popular y acreditada valía. Ellos sabrán por qué, pero cunde el desánimo y hay cosas que ni el efecto Zapatero puede contrarrestar.