Va a ser que no. Esther Sarrautte no es la única política de Bananaria que no sabe lo que es una ONG u O.N.G. Sin ánimo de ofender, ya no nos cuadraba la semana pasada que una asociación que no pretenda lucrarse, como Mundo Nuevo, haya generado unos beneficios de 2,5 millones de euros por la gestión de los centros de acogida para menores inmigrantes, que le fue adjudicada a dedo en 2006 por el Gobierno de Canarias. Pero desde que Belén Molina destapó este escándalo, a raíz del Expediente de Regulación de Empleo que ha presentado la oenegé presidida por Juan José Domínguez Navarro, no cesan de llover más datos que apuntan en una sóla dirección: más de uno se ha forrado con el drama de los cayucos, y no sólo los patrones de las pateras que acaban sentados en el banquillo de los acusados. Si así no fuera, ya va siendo hora de que alguien con mando en plaza explique qué tiene que ver un taller de chapa y pintura, una empresa de ambulancias y el negocio lucrativo de la ONG tan íntimamente ligada a CC. Vale que haya que ser emprendedor y diversificar la economía, poner los huevos en diferentes cestas, ¿pero hasta el punto de trasvases de cantidades millonarias como de las que informamos en esta nueva entrega?