No vamos a negar aquí que el director general de Ordenación del Territorio, Rafael Castellano, sea un gran tipo. Seguramente lo sea. Pero, la verdad, le ocurre cada cosa en su gestión que es para pararse a pensar. Hace unos días les contábamos cómo el modelo territorial se le atragantaba en Mogán después de haberle ocurrido lo propio en Gáldar. Según nos cuentan, el problema lo tiene Carreteras y el director general de la cosa, Domingo Berriel. César Muñoz, el hombre bueno del Cabildo, firmó un convenio con unos promotores vecinos de la carretera de la discordia que Rafael Castellano no se decide a firmar porque, aseguran, él no firma en barbecho. Y lo mejor en estos casos, cuando no se tienen las espaldas políticas, es ponerlo en manos de los técnicos con encomienda medieval, de manera que encuentren, cual sabuesos, todo tipo de dificultades. Les hablamos de un convenio que desbloquearía la continuación de las obras de la carretera del Sur, a su llegada a Mogán. Teniendo la firma de dos políticos y la del Ayuntamiento y los promotores, la del director general se convierte en la más valiosa y se hace de rogar. O debe ser que este asunto tratándose del municipio que se trata está bajo sospecha.