Mientras la cuadrilla Speedy González triunfaba en Santa Brígida arrancando frenéticamente carteles del Niño Bravo, nos llegan decepcionantes noticias de la inminente huelga del servicio de recogidas de basura en una de las ciudades turísticas más importantes de Canarias. Efectivamente, el Puerto de la Cruz no sale de un conflicto para meterse en otro después de que a ese pedazo de alcalde que es nuestro admirado Marcos Brito (CC) le entrara aquella fiebre privatizadora de hace ocho años que culminó con dos concesiones administrativas: la del mencionado servicio y la de la empresa pública Pamarsa. A tenor de cómo han evolucionado ambas, sólo puede afirmarse que tan peregrina idea se ha tornado sonoro fracaso. Y aquel pronóstico de Brito de que se habían acabado todos los males y que se iban a respetar los puestos de trabajo con una estabilidad prácticamente nórdica, tiene menos esperanza de premio que una quiniela de diez.