No tardaron mucho los periodistas en sacarle a Fernando Moraleda la cuestión sucesoria de Canarias, es decir, quién va a suceder a Juan Carlos Alemán en el duro trance de ser el próximo candidato a presidente de la nacionalidad. Para este sábado está previsto que se vean en Lanzarote el presidente del Gobierno y el ministro de Justicia, pero nadie en este mundo, salvo los dos interlocutores, da por hecho que Zapatero pida nada al canario ni que el canario diga que no a cualquier insinuación de Zapatero. Igual no nos entienden, como nosotros tampoco los entendemos a ellos. En los mentideros de Madrid se da por hecho que López Aguilar habrá de venirse para Canarias, pero tampoco hay que descartar su permanencia en Madrid, una vez ha recuperado el apoyo de la vicepresidenta Fernández de la Vega. Moraleda se limitó a enseñar su amplia sonrisa cuando se le preguntó por las extravagancias de Pepiño Blanco, al que pretendió situar en un plano de superioridad respecto de Zapatero en lo que a disciplina de partido se refiere. Más bien dio la impresión de que nadie le creyó.