En el anónimo encontrado en la mesa del alcalde de Mogán se señalaban varios nombres de inspectores y comisarios policiales, y a algunos de ellos se les atribuían comportamientos cuasi delictivos. Uno de esos policías mencionados en el anónimo viene a ser el inspector Murillo, al que el tal Vargas considera la fuente de todos sus males, de ahí que lo haya denunciado ya en dos ocasiones, una con el resultado de archivo (ver Top Secret de ayer) y la otra a expensas de lo que haga el juez de San Bartolomé al que le ha caído esta segunda cachanchanada del tal Vargas y de su ecléctico abogado Sánchez Limiñana, que trata de congeniar en una misma defensa a los buenos y a los malos, a los sospechosos y a los mediopensionistas, con unos furibundos ataques a los que batallan contra la corrupción. Pues bien, cuando la Policía descubre el indignante anónimo pide al juez Alexis Reyes que les permita investigar al tal Vargas y al tal Francisco Santana, un subinspector que también debe andar muy cabreado con la jefatura de su empresa. Tras un mes de intervenciones telefónicas, el juez suspende la medida porque en ellas no encuentra nada punible. De hecho, Vargas y Santana no se están actualmente imputados por esta causa, lo que ha dejado sin autor o autores a aquel anónimo gondolero. Podemos atribuírselo, por tanto, a la camarilla policial del PP, que existir existe. No tengan duda.