Mientras en Lanzarote Coalición Canaria le hacía un siete al PP, en Tenerife se recolocan las fuerzas internas de los conservadores tras la sorpresa de la continuidad de Cristina Tavío en el Comité Ejecutivo Nacional. Prietas las filas, nadie equipara ese gesto de Soria y Rajoy a un espaldarazo a la presidenta insular para que renueve en el próximo congreso. Ni siquiera lo hace, aún henchido de euforia, su más seguro servidor y verdugo, Antonio Alarcó, que evita pronunciarse sobre la cuestión con ese tacto tan caballeroso que le caracteriza. En una memorable entrevista concedida el lunes a Cope Tenerife, el senador despeja a córner todas las preguntas del periodista con el latiguillo “ahora toca hablar del congreso regional”, para el que sólo ve un líder indiscutible y más sólido que una roca, José Manuel Soria, de quien Alarcó dice sentirse orgulloso porque lo “adorna con su amistad”. De Soria sólo se le escuchan a Alarcó alabanzas y jaculatorias, sobre todo cuando se adentra en definir el poder que disfruta el PP por primera vez en su larga historia. Pero cuando se le pregunta por el hipotético caso de que sea llamado a sustituir a Cristina Tavío, el senador se pone humilde y se deshace en elogios -siempre en tiempo pasado- a los logros alcanzados por la actual presidenta insular. Tras negar estar en esa carrera, emplea frases muy reveladoras: “No tenemos que disputar nada, estará [de presidente insular] el que tenga que estar, el que sea más conveniente (...) [el que responda a] una decisión tomada por el bien del partido”. Ni un solo desmentido a las directas preguntas sobre su más que posible candidatura. Es posible que Soria aún no le ha dicho nada y no quiere cogerse los dedos.