No sabemos si Larry Álvarez va a poner lista de bodas en alguna tienda de ringo-rango de Las Palmas de Gran Canaria, ni nos interesa. Porque más allá de las relaciones con lo público que haya tenido su vida privada (enchufar a su ex señora en buenísimos puestos de trabajo pagados con dinero público) jamás nos hemos interesado por esas cuitas. Ahora es Álvarez, sin embargo, el que ha mezclado sus asuntos domésticos y sentimentales con la política, y más concretamente con José Manuel Soria. El defenestrado portavoz del Cabildo ha hablado con varios periodistas de aquí y de allá (tampoco esta vez estamos entre los escogidos) para pedirles un poquito de ayuda ante su inminente boda porque, según ha explicado, las últimas escaramuzas que el presidente del PP ha hecho con sus cargos y con su hacienda tienen relación directa con los fervientes deseos que invaden al que fuera su mentor de chafarle su nueva vida. Si no fuera porque no lo queremos cerca, casi estaríamos por darle la bienvenida al club, no porque Soria nos haya intentado sabotear alguna boda, sino porque es experto en atacar la vida y la hacienda de todos los que de él discrepamos.