Puyo es, según el diccionario de la Real Academia, “poncho o capote basto, de lana, más corto que el ordinario”, mayormente utilizado para guarecerse de las inclemencias del tiempo. Es pieza textil poco glamourosa, por lo que la descartamos para el fondo de armario de nuestro cada vez más brillante consejero de Economía y Hacienda. No obstante puede servir también para la ocultación de cuanto haya de moverse por debajo ya que permite dejar escondidos brazos y manos en caso de ser menester. Pero Puyo también es localidad, en concreto capital de la provincia de Pastaza, en la Amazonía ecuatoriana, donde hemos encontrado un establecimiento de servicio permanente dedicado a atender a la vecindad en sus últimos trances. Venden cofres mortuorios, según rezan los rústicos reclamos que cuelgan de su exterior, y organizan capillas ardientes adaptadas a las necesidades de la clientela. Preguntamos al encargado por el sistema de contabilidad emplean para garantizar la rentabilidad del negocio, pero contestó que eso forma parte del secreto del éxito, que se lo piensa llevar a la tumba el propietario.