Accionista, lo que se dice accionista, formalmente no lo es ahora. Sus títulos pasaron a ser propiedad de García Navarro en noviembre pasado, cuando firmaron aquel pacto entre caballeros aún no desgranado del todo que puso en estampida a Ricardo Ríos y Rafael León del Consejo de la UD. Pero Germán Suárez, aunque no tenga “nada que ver” con la casa amarilla mientras no haga efectiva su cláusula de recompra, es el hombre clave a quien todo accionista que se precie acude para consultar cómo va la cosa. García Navarro lo hizo el viernes, en una larga y tendida conversación. Cuentan en Pío XII que Germán Suárez se partía de risa por cómo nadie se ha enterado (sobre todo en el Consejo, y por tanto en la prensa) del fichaje de Stambouli hasta que quince minutos antes de la reunión del martes lo adelantamos a nuestros lectores [recuerden aquí]. Pero no sólo del golpe técnico hablaron. También de lo que García Navarro insinuó la misma madrugada del miércoles acerca de su continuidad, pendiente de “algunos movimientos que hay por ahí”. Entre el accionariado, claro. Con claro color del “conjunto de partículas desagregadas de las rocas, sobre todo si son silíceas, y acumuladas, ya en las orillas del mar o de los ríos, ya en capas de los terrenos de acarreo”. Eso sí, con poco que ver con el otro conjunto de ídem movedizo que “en los desiertos y las playas forma y empuja el viento”. Veremos en la junta del 29 de abril...