Las cosas que pasan en El Aaiún sólo nos inquietan cuando llega alguien y las cuenta a nuestro lado. Luego nos olvidamos y seguimos con la rutina. Y ya es rutina para algunos empresarios canarios ir a hacer negocios con los marroquíes de los territorios del sur de Marruecos, o sea, el Sáhara, aún a riesgo de contribuir todavía más a sembrar la desconfianza y el estupor entre la población saharaui, que creía ver en el pueblo canario a un amigo cómplice. Pero el negocio es el negocio y eso no lo para ni el médico chino. De modo que ahí tienen la sede de que disponen los empresarios canarios que marchan a negociar a El Aaiún. No tiene paredes de cristal, pero ni falta que les hace.